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El final de Pedro J. en 'este' Mundo: de enfant terrible a defenestrado millonario

El final de Pedro J. en 'este' Mundo: de enfant terrible a defenestrado millonario

miércoles 29 de enero de 2014, 23:14h
No era la primera vez que mataban a Pedro José, pero el muerto, ¡ay!, seguía viviendo. Podría ser el inicio de un poema de Vallejo, o más bien de una novela en cuyo argumento a Pedro José Ramírez Codina (Logroño, 26 de marzo de 1952) le habrían defenestrado multitud de veces -algunas con vídeo de por medio-, pero en la que siempre habría demostrado ser como el prota de Sleepy Hollow, donde todos perdían la cabeza menos él. En sus muchísimos años de experimentos en la prensa, Pedro J. ha dejado su impronta con un peculiar periodismo agresivo que le ha granjeado cientos, miles, acaso decenas de miles de enemigos, pero que, sin dudarlo, consiguió levantar dos periódicos, un pequeño imperio y un estilo periodístico desde prácticamente la nada... y frente a sus 'matadores' en Diario16, a más de más.

Pero, enfrentado al poder, a todos los poderes, parece que ahora sí, que ahora es el final de Pedro José Ramírez; parece que lo que no pudieron los catoliquísimos Aznar y Botella en 1998 lo ha podido ahora Rajoy. Recuerden: en 1997 le sacaron un vídeo miserable -en cuya realización, un abogado hoy prófugo de la justicia tuvo mucho que ver-, pero una de cuyas consecuencias más negativas para Pedro José fue que perdiera los favores de la Moncloa. Entonces Pedro J. continuó en su puesto, firme el ademán; pero ahora que también ha perdido los favores de Rajoy, ya no continúa. Vae Victis, que diría el galo Brenan. Pero no les quepa duda: este 'vencido' no va a pasar por las listas de un ERE: se va a llevar una pasta gansa, que diría el cheli.

Verán: no es la primera vez que suenan tambores de guerra en la italiana Rizzoli contra el todopoderoso Pedro J. En 2003, sin ir más lejos, durante semanas, la gran conmoción de la Red fueron los 6 millones de euros de blindaje que un ilustre periodista -muy televisivo entonces, y luego radiofónico, del que no citaremos el nombre- pactó con Admira, unos millonazos que Planeta debería abonarle si decidía prescindir de sus servicios en un momento en el que José Manuel Lara y Mauricio Carlotti -italiano que había sido del 'pichí', por cierto- mandaban en Antena 3. Pero aquello no era apenas ni para escándalo, porque en esos mismos tiempos Pedro J. Ramírez había pasado por Italia, intentando que Rizzoli garantizara su permanencia al frente de El Mundo hasta 2015.

Corrieron en esas fechas ríos de tinta sobre el vía crucis del riojano en la capital del Tíber, y se comentó que Pedro Jota esgrimió muchos argumentos ante Rizzoli, aunque el de mayor peso fue el de la faraónica indemnización que deberían abonarle los italianos si no accedían -al menos parcialmente- a su solicitud. Y es que se filtró entonces que el 'blindaje' de Ramírez ascendía a 30 millones de euros, que era casi el doble de lo que representaban -sumados- los blindajes de otros popes, como el ya comentado y el de los 41 directivos de Antena 3 y Onda Cero que habían firmado en su día contratos "protegidos" con Admira.

Años atrás, cuando su cabeza peligró tras un miserable vídeo que narraba miserablemente determinadas miserias supuestamente personales, se calculaba la indemnización a Pedro J. en al menos 3.000 millones de pesetas... aunque, como todo sube, menos los sueldos, que bajan, años después esa indemnización eran dos mil millones más: la inflación, sin duda, y el hecho de no existir entonces la desindexación que ahora practica el gobierno del PP para con los pensionistas que, sin fuerzas ya por la edad y por haber luchado tanto contra el franquismo, no pueden defenderse ya de los hijos y nietos del mismo.

Cifras aparte, las cuales nunca conoceremos con exactitud, lo cierto es que Pedro José es un periodista de raza -nadie puede dudarlo- y que no deja indiferente tampoco a nadie: levanta pasiones, sin duda, y no siempre precisamente del tipo amistoso o amatorio.

Por ejemplo, lean, vean, escuchen, sepan lo que el filósofo Enrique Gil Calvo escribió del personaje (El País, 1.12.1997): "Si Valle-Inclán redactase hoy los nuevos esperpentos del Ruedo ibérico posmoderno, quizá eligiera caricaturizar a Pedro J. Ramírez: el director del tabloide ultra que, tras adoptar el disfraz de David contra Goliat, aspira hoy al título de Rasputín honorario de nuestra monclovita Corte de los Milagros. Es curiosa la afición a travestirse que demuestra este periodista, como si no se sintiese a gusto en su propio pellejo (...) Muchos creerán que le está bien empleado, pues se lo estaba buscando: la justicia poética ha hecho cumplir el aforismo del alguacil alguacilado (o del chantajista extorsionado) (...) El menos inocente es él, pues toda su carrera se ha edificado sobre una sola base: la explotación oportunista de cualquier causa de escándalo que llegase a sus manos. Quien a hierro mata, a hierro muere".

Exagerado, sin duda, el sociólogo en su durísima apreciación sin piedad sobre el tampoco piadoso Pedro José Ramírez, porque el hasta ahora director de El Mundo también ha hecho servicios a la democracia al destapar corrupciones ajenas. Pero ha dejado igualmente demasiadas heridas -y muertes- en su caminar periodístico. Por ejemplo, uno de los que fuera 'hombres Pedro J.' y después reconvertido al más fiero anti-pedrojotismo no dudó en escribir un voluminoso libro sobre su vida, obra, milagros y pecados en el que, en palabras del autor, "trata de acabar con el último escollo de la democracia española: Pedrojota Ramírez, director de El Mundo". Mucho cariño le tuvo al principio, cuando trabajaba con él, pero no al final, cuando dejó de trabajar con él, este biógrafo -que no hagiógrafo- de pluma inquieta.

Frente a sus múltiples detractores, a Pedro Jota nadie le puede negar su periodismo de raza. Levantó primero un Diario16 que nació hundido, y cuando lo había sacado a flote, le cesaron de mala manera por malas influencias -dicen- monclovitas -las mismas, aunque con distinto presidente, que ha habido ahora para cesarle en El Mundo-. Quizá por eso, Pedro J. mantuvo siempre un odio visceral hacia Felipe González, su aparente primer verdugo, y siempre quiso ganar un nunca ganado Pulitzer haciendo caer a su enemigo de la misma forma que Bernstein y Woodward hicieron caer a Nixon.

No lo logró el riojano, pero se empleó a fondo, tanto que González dijo que él -Pedro J.- y otros parecidos a él y unidos con él en apandamiento o comandita habían creado el 'sindicato del crimen'. Incluso, en un mitin del PSOE en junio de 1999, González dijo ante 3.000 de los suyos que José María Aznar, entonces presidente del Gobierno, y Julio Anguita, entonces coordinador general de Izquierda Unida (IU), son "la misma mierda", y añadió luego en el Palacio de Congresos de Granada, que "ahora [ahora bien], el que es una auténtica mierda es Pedro J. Y esto no ha sido un error; es una declaración intencionada".

Pedro J. había tirado de la manta de los fondos reservados, del secuestro de Segundo Marey y de todos los atentados del GAL, había confraternizado con Garzón y Álvarez-Cascos y había conseguido que González tuviera que declarar ante el Tribunal Supremo en un paseíllo tan duro, al menos, como el que tendrá que pasar ahora toda una Infanta de España en un Juzgado de Instrucción de Palma de Mallorca. Pedro J. había tirado también de la manta de Filesa, Malesa y Time Export, las empresas presuntas financiadoras ilegales del PSOE, y, en fin, había disparado a bocajarro contra el que fuera inquilino de la Moncloa desde 1982... Y una vez echado González, tras poner en peligro la democracia y la propia cabeza del Rey (sic), y con Aznar ya en el poder, Pedro J. estaba llamado a pilotar la gran multimedia del PP... pero un deleznable vídeo lo impidió, como comentamos más arriba.

En los últimos años, Pedro J. se ha enfrentado también al actual inquilino de la Moncloa. ¿Ha tenido Rajoy que ver más que nadie en su salida? Poco a poco se conocerá la historia. Quedan  muchas cosas en el tintero, como el uso y abuso de su piscina a pie de mar en Palma, o su enorme patrimonio, del que ni siquiera hablamos aquí, pero es que la vida de Pedro J. da realmente para un libro de muchas, acaso demasiadas, páginas.


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