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El penoso espectáculo del TC y el CGPJ

El penoso espectáculo del TC y el CGPJ

sábado 10 de noviembre de 2007, 17:28h

Los tribunales del país, mal que bien, funcionan. Algunos siguen acumulando una cantidad obscena e impresentable de casos por resolver que, entre otras cosas, viene a demostrar que el que no funciona es el Consejo General del Poder Judicial, encargado de 'disciplinar' a los jueces díscolos, vagos o que incumplen satisfactoriamente sus obligaciones. Por ejemplo, con sentencias rocambolescas cuando no ridículas, de las que a menudo aparecen como noticias periodísticas...

El Poder Judicial es el órgano de dirección de los jueces, para eso fue creado, pero prefiere dedicarse a otros menesteres, como ser otra cámara más de representación y de crítica al gobierno de la Nación. Lo mismo que el Tribunal Constitucional, dedicado en esencia y por decreto fundacional a considerar si una nueva norma legal cumple o no los requisitos determinados en la Constitución y dedicado en la práctica a dividir sus opiniones en función de los alineamiento de sus magistrados, unos a favor del gobierno de la Nación y los otros a favor de la oposición a tal gobierno.

De manera que una y otra siglas, TC y CGPJ, están proporcionándonos desde hace meses un espectáculo lamentable a los ciudadanos corrientes. Han olvidado sus tareas específicas y, de manera vergonzante, se limitan a ser representación de quienes los nombraron. Incluso superando muy sobradamente los tiempos para los que fueron designa dos, sin recato ni vergüenza. Nadie quiere bajarse de su peana ni mucho menos de su sueldo y prebendas, y tampoco quienes los designaron parecen forzarles a ello, sino que les apoyan en su 'mantenella y no enmendalla'.

Uno y otro son casos estruendosos y de vergüenza continuada, pero nadie da su brazo a torcer, ni los magistrados ni quienes los designaron. Y de ese modo, perviven situaciones que degeneran la vida política y judicial misma.

En el TC se da la curiosa circunstancia de que entre recusados y abstencionistas en sus decisiones se cuentan siete magistrados 'inhábiles', y sólo cinco en condiciones de ejercer su cargo. Bien pudieran dimitir todos ellos y darían un ejemplo de desapego al cargo y de coherencia con su rotundo fracaso para salir del atolladero al que han llegado por su propia 'mala cabeza'. Pero, quizá. Sería  inimaginable que llegaran a tener un gesto de tal valentía, mientras el sueldo les siga llegando a su cuenta corriente cada fin de mes y sin necesidad de hacer nada. Tampoco hay quien, desde la política, tenga la osadía de acometer alguna reforma de esas instituciones, por la vía de urgencia, para que no pueda repetirse ni prolongarse más tiempo un espectáculo vergonzoso y bochornoso de ineficacia y de obediencia y clientelismo al partido que los nombró.

Mientras tanto, los ciudadanos corrientes madrugan a diario y acuden a sus puestos de trabajo para ganarse el pan de cada día. Y siguen alucinados historias tan poco edificantes.

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