Educar en valores

Los terribles incidentes de Legazpi, que terminaron con un menor muerto y varios heridos el pasado fin de semana, son un exponente más de la necesidad de reconducir algunas cuestiones que se nos pueden estar escapando de las manos. Resulta muy preocupante que haya cada vez más menores que encuentran su cauce de expresión en grupos extremistas, de cualquier signo,  bandas organizadas  o a través de comportamientos violentos.

Algo tiene que estar fallando y no podemos permanecer impasibles.  Los chicos acaban siendo el  reflejo de lo que viven y de lo que ven y esta es una sociedad que, cada vez más, evidencia una pérdida de valores de la que los medios de comunicación, Internet y otros elementos al alcance de los niños se hacen eco permanentemente. Vivimos en un clima de crispación, al que se contribuye desde distintos ámbitos,  en el que parece que la única manera de resolver los conflictos es apelar al enfrentamiento y la descalificación.  Llevado al extremo, la agresión, verbal o física, que acaba imponiendo “la ley del más fuerte”.

Sucesos como el del otro día en Madrid  no pueden repetirse y todos tenemos que actuar en una misma dirección, sin fisuras, desde nuestras respectivas responsabilidades, para transmitir a los menores y jóvenes normas de convivencia y valores sobre los que cimentarla: la solidaridad, la empatía, el respeto, el reconocimiento de la diferencia, la tolerancia, el esfuerzo, el diálogo, la comprensión, la ayuda al más débil…  La educación en valores es, pues,  la única forma posible de prevenir cualquier tipo de comportamiento violento y de ayudar a los más pequeños a formarse como personas dignas, capaces de afrontar la vida.

En ocasiones, parecemos no ser demasiado conscientes de lo que tenemos entre manos. No  podemos olvidar que los niños y adolescentes de hoy serán los adultos de mañana, los que  configuren nuestra sociedad. Y, desde el papel que cada uno tenga (padres, profesores, responsables políticos, medios de comunicación, Administraciones…) tendremos que asumir la ineludible responsabilidad de caminar con  ellos y servirles de ejemplo.


Arturo Canalda
Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid