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Mal acaba lo que mal empieza

Mal acaba lo que mal empieza

viernes 25 de julio de 2014, 12:38h

Soy de la opinión de que, al menos en España, el refranero sirve para avisar y preparar el futuro como si de una guía premonitoria se tratase. Más bien podría decirse que es la base ética de nuestro comportamiento, pero a lo mejor es mucho decir. Sea de una u otra forma, lo cierto es que para los que ya vamos teniendo algunos años el refranero es la prueba irrefutable de lo que hemos hecho mal o bien, y de lo que nos espera en el futuro si no enmendamos la plana. Así ha sido desde siempre, una transmisión de padres a hijos que hoy en día sigue teniendo vigencia, pero que cada vez se emplea menos, sus máximas caen en el olvido y por eso -pienso yo- se yerra más.

En lo concerniente a la opinión política, previa a la espantada vacacional, lo que quiero evidenciar, es que si mal acabó la fase Rubalcaba, de la era Zapatero, mal empieza esta huída hacia delante del nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, incumpliendo desde el principio algunas de las proclamas más sensibles a las bases en aras a ser elegido candidato al cargo que ya ocupa, como era abrir el Partido a toda la ciudadanía, fuesen militantes o no. Pronto se ha olvidado Sánchez de las promesas de trasparencia y ya hay quien apunta a "más de lo mismo", a tres meses escasos -si tachamos agosto, que no existe- de celebrar primarias abiertas en noviembre para elegir candidato a la Presidencia del Gobierno de España en las próximas elecciones generales a celebrar el año que viene.

Los expertos que analizan estas cosas, dentro del PSOE, apuntan a que el propio Sánchez se va perdiendo cada día un poco más tras entrevistarse con los secretarios generales regionales, que son los que viven en sus carnes la desesperación de los ciudadanos y que le transmiten la imagen de que no es capaz de marcar unas directrices claras y propias, que permitan o apunten a la idea de regenerar el Partido y volver a ser creíble para un electorado desilusionado con sus dirigentes incapaces de conectar con la realidad social que se vive a pie de calle.

Mal empieza Sánchez si no tiene autonomía. Así lo pronostican los que ven la figura del Secretario General del PSOE lastrada por los votos andaluces de la corrupción y el mangoneo que no aclara ni dilucida Susana Díaz, a quien le está poniendo en bandeja un trono de papel, como si de una secretaría general bicéfala se tratase. Por otro lado, está el despropósito con que se está perfilando el próximo 38 Congreso del PSOE y donde presumiblemente irán los derrotados de todas las batallas, como es el caso de Patxi López y Carmen Chacón, lo que vuelve a evidenciar la tesis del "no cambié, no cambié", y la desilusión de los electores que piden a voz en grito caras nuevas, ideas nuevas, más izquierda, y si es el caso, más revolución.

La realidad social a la que tiene que hacer frente Pedro Sánchez, no es la que tiene de puertas adentro, con figurones de corbata, paladines de los medios, santos barones de misa de domingo, o rastreras cobayas que roen opiniones de otros en cenáculos y mentideros. La realidad social es la que clama en la calle para que les devuelvan la cláusula suelo, las preferentes. La realidad de los que apoyan y luchan para que a otros no los echen de sus casas. Una realidad que no se combate con promesas, si se llega al gobierno, como si fuera una moneda de cambio, sino con el compromiso diario junto a los más desfavorecidos y en la exigencia al gobierno de que cumpla las disposiciones judiciales, aunque le enfrenten a los más poderosos, a los que verdaderamente gobiernan España desde los consejos de administración de los bancos y las eléctricas.

Pedro Sánchez ha llegado a la Secretaría General del PSOE con la firme promesa de ser autónomo en sus decisiones, de reparar el daño causado por la mala gestión interna, pero sobretodo con la clara idea de una regeneración total y absoluta de un partido manejado y sometido al dictamen de los poderosos. En sus manos está que los españoles, sean votantes o no, crean en esta regeneración para no tener que asumir que lo que mal empieza mal acaba.

Ismael Álvarez de Toledo

Escritor y periodista

http://www.ismaelalvarezdetoledo.com

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