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La muerte de Isidoro Álvarez lo  confirma: es tiempo de cambios

La muerte de Isidoro Álvarez lo confirma: es tiempo de cambios

domingo 14 de septiembre de 2014, 20:23h
Ya lo decíamos en estas páginas tras la muerte del presidente del Banco Santander, Emilio Botín: es tiempo de pensar en cambios profundos, no solamente de rostros, sino de actitudes, de comportamientos, de ideas. Ahora, ha sido otra muerte, esta vez casi anunciada, la del presidente del Corte Inglés, Isidoro Álvarez, la que nos confirma en la idea de que ya prácticamente nada, nadie, queda de un pasado que pudo ser mejor o peor, según quien lo analice, pero que no puede ser igual que el futuro. Ni siquiera que el presente.

Claro está que no solamente hablamos de conductas y formas empresariales. Hablamos de política, de economía, de la marcha de la sociedad civil. En seis meses se han producido en España muchos cambios: desde la muerte de Adolfo Suárez, que obligó al país a un 'revival' que era casi una lquidación de cuentas con el pasado, hasta la abdicación de Juan Carlos I en la persona de su hijo Felipe. Pasando, claro, por el 'ascenso' de un nuevo secretario general en el PSOE, por el 'olvido' de la polémica reforma sobre el aborto y, naturalmente, por el fallecimiento, con menos de una semana de diferencia, de dos de los más emblemáticos e históricos personajes de la vida económica española. Añádale a ello el cambio de caras en la UE y el vuelco sufrido en el panorama internacional desde el pasado mes de mayo, y tendremos una panorámica bastante completa de la veracidad de la observación de que casi nada es ya como era, pongamos, a comienzos de este trepidante 2014. Tan trepidante que nada menos que el carismático y poco dado a exageraciones Papa Francisco ha dicho que estamos ya transitando por la tercera Guerra Mundial. Nada menos...

Todo, todo muda. La izquierda 'clásica' se interroga -y a ello dedicó, increíblemente, el PSOE su comité federal-qué diablos hacer ante la irrupción de 'Podemos', un fenómeno inexistente para la mayoría de los ciudadanos antes del 25 de mayo, y estamos hablando de ¡hace tres meses y medio!. El centro trata de recomponerse, tras el aldabonazo de Sosa Wagner a favor de una unidad entre UPyD y Ciudadanos. Los nacionalistas se interrogan acerca de quiénes son, de dónde vienen una vez que el 'padre' Pujol les ha salido rana y, sobre todo, hacia dónde van.

Y Rajoy sigue ahí, entre calmo e impertérrito, como si nada estuviese pasando, atento a la marcha de la prima de riesgo, del Ibex -que empieza a sustituir a sus rostros más tradicionales-y de la EPA. Ya decimos que se trata, sin duda, de apenas un símbolo, pero el relevo de Botín por su hija Ana Patricia, que sabe que no podrá gobernar el timón del barco -y el Banco-como su padre, la sustitución de Isidoro por fórmulas menos personalistas, tiene que mostrar forzosamente a nuestros gobernantes que existe un camino nuevo, inédito, más allá del estarse quieto y esperar a que pasen las tormentas que se anuncian a fecha fija.

Por lo demás, y a salvo de los previsibles ataques que contra el que fuera presidente de El Corte Inglés se lancen desde las covachas que albergan a veces las redes sociales, hay que rendir un cierto homenaje póstumo a uno de los más curiosos capitanes de empresa que ha dado España. Cierto que esta época no era ya la suya, y hay muchos indicios de que él lo sabía. Descanse en paz.
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