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El ejemplo de los supervivientes: Salomé y Zayzay demuestran que el ébola no tiene por qué ser una 'sentencia de muerte'

El ejemplo de los supervivientes: Salomé y Zayzay demuestran que el ébola no tiene por qué ser una "sentencia de muerte"

> "El ébola es como una enfermedad de otro planeta. Causa tanto dolor, tan intenso, que puedes sentirlo en los huesos"

viernes 17 de octubre de 2014, 17:23h
Salomé Karwah y Zayzay Mulbah son dos supervivientes del ébola que tras superar la temida enfermedad colaboran con Médicos sin Fronteras en Monrovia (Liberia) aportando su experiencia. El miedo al virus puede llegar a estigmatizar a los enfermos, por eso es tan importante visibilizar el ejemplo de quienes han vencido al virus. Salomé y Zayzay lo saben y por ello nos explican sus emocionantes casos. La primera perdió a sus padres y el segundo pasó de pensar que el virus no existía a sufrir un cambio radical en su vida.
El ébola golpeó duramente a la familia de Salomé Karwah: su tío, su sobrina, su prometido, su hermana (entonces embarazada) y sus padres cayeron enfermos. Su tío fue el primero en contagiarse de la enfermedad al ayudar a llevar al hospital a una mujer enferma. Poco a poco el virus fue extendiéndose por sus allegados hasta llegar a sí misma.

El 21 de agosto su familia fue ingresada en el centro de tratamiento de Médicos sin Fronteras en Monrovia donde le diagnosticaron, como al resto de sus familiares, la enfermedad. "Pensé que era el fin del mundo, tenía miedo porque había oído decir a la gente que si tienes Ébola, te mueres", explica Salomé. 

Tras pasar unos días en aislamiento, su salud empeoró. "Para entonces, apenas comprendía lo que ocurría a mí alrededor. Estaba inconsciente e incapacitada. Las enfermeras tenían que bañarme, cambiarme la ropa y alimentarme. Vomitaba constantemente y me sentía muy débil. Sentía fuertes dolores. La sensación era abrumadora. El ébola es como una enfermedad de otro planeta. Causa tanto dolor, tan intenso, que puedes sentirlo en los huesos. Nunca había sentido un dolor como ése en toda mi vida". 

Pasó 18 días en el centro de tratamiento. Durante su convalecencia sus padres murieron, aunque se enteraría de la noticia una semana después. "Estaba consternada tras haber perdido a mis padres; pero Dios me había salvado de la enfermedad; tanto a mí como a mi hermana [que sufrió un aborto espontáneo], mi sobrina y mi prometido". 

"Estoy feliz por estar viva", dice agradecida al personal que la atendió. "Se preocupan realmente por sus pacientes. El cuidado, la medicación y el darse ánimo uno mismo pueden ayudar a los pacientes a sobrevivir". Consciente de las necesidades de los enfermos cuida ahora a enfermos en el centro de tratamiento de Médicos Sin Fronteras ELWA 3 en Monrovia, Liberia.

"Cuando estoy de turno, aconsejo a mis pacientes, hablo con ellos y les animo. Si uno de ellos no quiere comer, le aliento para que lo haga. Si están débiles y no pueden bañarse solos, les ayudo. Lo hago con toda mi fuerza porque entiendo su experiencia, he pasado por lo mismo". Sin embargo, su vuelta a casa no fue fácil. "Sentí que mi vida comenzaba de nuevo", dice sobre el momento en que le dieron el alta médica, pero aún quedaba otro duro obstáculo por sortear: la estigmatización.

"Llegué a mi hogar sintiéndome feliz, pero mis vecinos seguían teniendo miedo de mí. Algunos de ellos me dieron la bienvenida, otros continuaban temerosos de estar cerca, decían que todavía tenía el Ébola. Había un grupo en particular que no dejaba de llamar a mi casa 'la casa del Ébola'. Pero, para mi sorpresa, una de las mujeres del grupo vino a mi casa para pedirme que llevara a su madre al centro de tratamiento porque estaba enferma por el virus. Lo hice y me sentí feliz porque, al menos, ella sabe ahora que nadie puede ir al supermercado a 'comprar' Ébola".

"Me siento feliz en mi nuevo papel", concluye Salomé para relatar que trata a los pacientes como si fueran sus hijos. "Les cuento mi historia para motivarles y que sepan que también pueden sobrevivir. Eso es importante y creo que va a ayudarles".

Zayzay Mulbah, del escepticismo al contagio

Zayzay Mulbah trabaja en el equipo de apoyo psicosocial de MSF en el Centro de Tratamiento de Ébola de la organización en Monrovia tras una historia que nunca imaginó que viviría.

"La forma en que contraje el virus es algo que me planteará interrogantes durante el resto de mi vida. No sé si lo adquirí de un familiar, de algún amigo cercano o al tocar algo contaminado por una persona infectada", relata tras haber superado la enfermedad hace mes y medio.

"Antes de enfermar, mis amigos y yo salíamos a divertirnos en distintos lugares de nuestra comunidad, tomábamos cerveza negra y decíamos, en broma, que era la medicina contra el Ébola. No fue mucho después cuando empecé a sentirme mal, parecían los síntomas de la malaria. Posteriormente, empecé a vomitar y a tener diarrea".  Tras empeorar día a día decidió acudir al centro de tratamiento donde recibió atención médica y sólo 9 días después se recuperó y pudo volver a casa. Cuando le diagnosticaron la enfermedad no podía creerlo, "lloré muchísimo". Fue un momento decisivo en su vida porque como él mismo admite: "Al principio del brote, no creía que el Ébola fuera real, dudaba de su existencia.

Afortunadamente, las medidas de precaución que tomó su esposa evitaron que ningún otro miembro de la familia se infectara. "Cada vez que vomitaba, mi esposa desinfectaba, limpiaba y arrojaba a la basura todo lo que había utilizado. Tanto ella como mi hija dejaron de dormir en la misma habitación que yo", explica Zayzay.

Ahora comparte su historia para hacer ver que la gente afectada por la enfermedad tiene la oportunidad de sobrevivir si acude en busca de atención a un centro de tratamiento. Zayzay está completamente concienciado: "Tener Ébola no es una sentencia de muerte". 



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