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Inteligencia Divergente

Fran Lorenzo: ¿Las comparaciones son odiosas o beneficiosas?

Fran Lorenzo: ¿Las comparaciones son odiosas o beneficiosas?
miércoles 14 de enero de 2015, 12:58h
Nuestro cerebro funciona comparando. Las decisiones que tomas provienen de lo que él tiene en mente y de la comparación con aquello que debes decidir. Voy a demostrártelo.

Existe un juego llamado juego del ultimátum que consiste en lo siguiente. Yo tengo 100 euros y tengo que repartirlos entre tú y yo de la forma que me apetezca. Una vez hecho el reparto, tú debes decidir si lo aceptas o si no. Si lo aceptas, cada uno se lleva la cantidad que yo he decidido. Si no lo aceptas, ninguno de nosotros se lleva nada. Voy a proceder al reparto.¿Preparado/a?

He decidido que yo me llevaré 98 euros y que tú te llevarás los 2 euros restantes. ¿Aceptas el trato? Piénsalo bien. ¿Quieres saber lo que hace la mayoría de la gente? La mayoría de la gente no acepta el trato. ¿Qué has decidido tú? ¿Eres como la mayoría de la gente?

Ahora imagina que vas paseando por la calle y te encuentras en el suelo una moneda de 2 euros. ¿La cogerías? Seguro que sí, y te la guardarías en el bolsillo con un pequeño subidón de "jolín, hoy me he levantado con el pie derecho".

En ambos casos, el resultado es el mismo: eres 2 euros más rico/a. ¿Por qué entonces en uno de ellos decidiste rechazarlos y en el otro quedártelos?

En el juego del ultimátum, tu cerebro tenía una referencia con la que comparar: los 98 euros que yo me iba a llevar delante de tus narices si aceptabas. Por lo tanto, lo más probable es que decidieses castigar mi egoísmo en el reparto y no darme los 98 euros, a pesar de que eso conllevase que tú te quedarías sin los 2 tuyos.

Así funcionamos a lo largo del día y así se ven condicionadas todas las decisiones que tomamos. Pero es precisamente este mecanismo innato de comparación lo que nos permite tomar las riendas de nuestra propia actitud.

Qué hacer cuanto tenemos con qué comparar


Piensa en un objeto cualquiera que tengas en tu casa. Puede ser un mueble, un utensilio de cocina, lo que quieras. ¿Lo tienes? Bien. ¿Es grande o pequeño ese objeto?

Ahora imagina que eres una hormiga. El objeto que has pensado, ¿es ahora grande o pequeño? Voy a pedirte también que pienses en el lugar en el que te encuentras: en el planeta Tierra. Comparado con la Tierra, ¿es grande o pequeño tu objeto? Y la Tierra, comparada con el resto del Universo, ¿es grande o pequeña? ¿Cuánto de pequeño es tu objeto comparado con el Universo?

En el momento en que elegiste un objeto, tu cerebro lo comparó con algo. Pudo compararlo con la casa, con el resto de objetos que hay en la casa, incluso con tu propio cuerpo. Quizá no fuiste consciente de ello, pero lo hizo.

En cambio, cuando te pedí que comparases ese objeto con otras cosas (una hormiga, la Tierra, el Universo...), la referencia cambió y tu cerebro pasó en algún momento de ver ese objeto de pequeño a grande o viceversa.

En algunos casos, puede ocurrir que tengas una referencia inconsciente. Es lo que ocurrió cuando pensaste al comienzo en un objeto de tu casa, cuando tu cerebro decidió si ese objeto era grande o pequeño. En estos casos, debes preguntarte "¿con qué está comparando mi cerebro?". Al responder a esta pregunta, estarás transformando la referencia inconsciente en una referencia consciente y podrás realizarte nuevas preguntas poderosas variando esa referencia. Por ejemplo:

- No he tenido éxito al crear mi primera empresa y, aunque tengo la oportunidad, estoy bastante decaído/a como para volver a intentarlo con otra (comparación con una situación ideal en donde sí hubieses tenido éxito). Pero ¿qué pasaría si estuviese endeudado no tuviese la oportunidad de crear una empresa nueva? (comparación con una situación peor).

Estas preguntas poderosas aumentarán tu automotivación y te darán energía para afrontar tus baches. Entrena tu imaginación y crea tus propias preguntas poderosas. Algunas propuestas: "¿Cómo sería mi vida si no tuviese una cama donde dormir?" o "¿Qué haría yo si no tuviese piernas para poder caminar?". Agradecer lo que tienes es una forma magnífica de superar tus baches.

Pero en ciertos casos también puede ocurrir que la referencia no sea consciente ni inconsciente, sino inexistente. ¿Qué puedes hacer entonces?

Qué hacer cuanto no tenemos con qué comparar

Imagina que tienes delante una lata de refresco. Su tabla nutricional indica que contiene 55 miligramos de sodio. ¿Es mucho o es poco?

En este caso, no puedes decidirte por una opción porque no tienes una referencia, consciente o inconsciente, de la que tirar. Voy a dártela: 55 miligramos de sodio es el 2% de la CDR (cantidad diaria recomendada) que debes ingerir. Ahora que sabes esto, ¿es mucho o es poco?

En tu día a día también puedes encontrarte con casos como éste. Cuando esto ocurra, es muy importante que encuentres una referencia para poder tomar decisiones sabias. Antes de tomar cualquier decisión, hazte la pregunta mágica "¿con qué está comparando mi cerebro?". Si no sabes responder a esta pregunta, pisa el freno, busca la información necesaria para
responderla y, cuando la tengas, decide en base a ella. Esa decisión la puedes tomar ayudándote de una pregunta poderosa, como explicamos en el punto anterior.

En resumen

Recuerda que tu cerebro siempre compara a la hora de tomar decisiones. Es probable que al principio te resulte difícil pasar de lo inconsciente a lo consciente o buscar referencias, por eso es tan importante entrenar las capacidades cognitivas y ejecutivas de tu cerebro.

Tu cerebro es el órgano que toma todas las decisiones sobre ti. Ahora eres tú quien debe decidir si quieres fortalecerlo para que tome decisiones sabias.

Fran Lorenzo

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