El primer ministro griego Alexis Tsipras, el comisario europeo para Inmigración, Dimitris Avramopoulus, y el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, se desplazaron hasta el aeropuerto de Atenas para despedir a los refugiados.
Los 30 ‘agraciados’ con el billete a Luxemburgo –de los casi 360.000 llegados al país heleno- han visto así recompensados sus meses de espera en la saturada isla de Lesbos y no serán presas de las mafias para acceder a sus destinos, pero son sólo la punta del iceberg. En total, se estima que aún hay unas 700.000 personas en Italia, Grecia y caminando por los inciertos Balcanes donde las verjas de las fronteras y las medidas coercitivas están a la orden del día.
Una crisis en la que Bruselas sólo se ha dejado escuchar con voz alta y clara para hacer constar que será declarado "ilegal" todo aquel que entre en un país comunitario sin haber sido registrado y ahora también para colocarse 'sonrojantes medallas'. Cuestión de prioridades...