Educar, difícil promesa

Resulta preocupante que los jóvenes españoles de 15 años estén muy por debajo de la media mundial en la capacidad de leer y sobre todo de comprender lo que leen. Pero más inquietante aún es la respuesta que los responsables políticos de ese desastre han dado a la publicación del informe PISA que revela esos datos: mirar para otro lado y echar al culpa a cualquier cosa, desde los padres al clima.

   Lo de los padres fue idea del presidente del Gobierno, que ha dicho eso de que los jóvenes están pagando la mala formación que padecieron sus padres. Algo que no es discutible puesto que el informe señala que las capacidades para la lectura han empeorado desde que se llevó a cabo una evaluación similar hace tres años, aparte de que Zapatero se olvida de que los padres de los chavales de hoy son aquellos jóvenes de la era de Felipe González que el entonces presidente calificó como los mejores educados de la historia de España. Lo del clima ha sido la reacción de la Consejera andaluza de Educación, que ha echado balones fuera como ha podido para afrontar sin dimitir el dato de que esa Comunidad figura la última de las diez estudiadas para ese trabajo. Primero dijo que es que en Andalucía hace mejor tiempo que en Finlandia, el país donde más leen los chavales; luego, que estaba contenta de que ser la número diez de las comunidades españolas, obviando que las otras siete no se habían estudiado. Finalmente ha afirmado que después de todo es mejor no fumar que no leer y se ha quedado tan contenta.

   Bromas aparte, asusta que estando como estamos en plena época de promesas electorales realizadas por docenas y al alimón a ningún partido se le haya ocurrido reaccionar al informe PISA con alguna propuesta seria para mejorar la educación. Todo lo mas, el PP habla de recuperar para el Estado competencias educativas transferidas a las comunidades para acabar con el desmadre de 17 planes distintos y libros de texto disparatadamente nacionalistas o cantonalistas. Le asiste la razón, pero la memoria delata a los populares: ellos completaron las transferencias de Educación y nunca ejercitaron cuando tuvieron poder para ello el derecho que le queda al Estado de inspeccionar los planes de estudio de las Comunidades.

   Más difícil aún de comprender es que el PSOE no proponga nada para mejorar la educación, pese a que no haya ningún observador o especialista en el tema que no considere esta cuestión una de las más primordiales para el futuro inmediato de este país. Quizás sea porque para prometer el cheque-bebé o las ayudas al alquiler solo hay que tirar de chequera. Pero mejorar la educación es algo demasiado complejo, demasiado difícil, demasiado importante para ser objeto de una promesa electoral.