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¿Por qué no hablas... coño?

¿Por qué no hablas... coño?

jueves 13 de diciembre de 2007, 18:27h

D icen que en la noche de la zozobra y de la espera, el rey Juan Carlos llamó a Miraflores y lanzó esa pregunta en el extremo opuesto a su interrogación anterior, que tanto ruido extendió por el mundo.

El silencio, que aún continúa en el Consejo Nacional Electoral, hizo y hace presumir que pretende montarse una patraña. ¿Cuál? Ya no se puede esconder la derrota del Sí. Pero sí se debe aclarar cuál es la distancia. Y surge la suspicacia: ¿qué se hicieron los votantes de las elecciones presidenciales? ¿Desaparecieron tres millones de electores? ¿O nunca los hubo? ¿Desaparecieron los chavistas, entonces? Definitivamente se produjo una derrota. Pero no la derrota de la pretención reformista.

Se produjo la derrota de Chávez y se le impidió su deseo de perpetuarse en el poder ad Infinitum. Ya ni siquiera puede ir a un próximo período. Es menester buscar el sucesor. Y allí está el tremendo problema que se plantean sus seguidores. ¿Quién será el elegido entre los adulantes? Ya se están desgarrando las entrañas. Y además las zancadillas y los odios comienzan a surgir. Todo el mundo sabe que el equipo gubernamental está constituido por funcionarios sin escrúpulos. Cualquiera puede meter una zancadilla al compañero. Cualquiera puede inventar una calumnia. Cualquiera puede sacar a relucir los trapos sucios de cualquiera. Es ésta la más dura lucha que se plantea en los cuadros oficialistas.

La eterna y desvergonzada lucha palaciega que se ha planteado tradicionalmente entre los seguidores del déspota, llámese Gómez, Trujillo o Somoza. Es la que está surgiendo en Cuba en vísperas de la desaparición de Fidel.

Es el costado oscuro de los regímenes basados en el culto a la personalidad y la adoración ciega. Sólo nos queda confiar en el nuevo espíritu que ha surgido a través de la lucha estudiantil y la malicia del pueblo venezolano que no está dispuesto a dejarse engañar.

La votación reciente así lo comprueba. Y la vigilancia de gran parte de las fuerzas armadas así lo confirma. Solamente restan cinco años y no una eternidad de horror y desvergüenza.

Esperemos con la plena confianza en el honor y la dignidad. Hablemos entonces con el orgullo que ha tenido el pueblo venezolano desde los años coloniales. ¡Hablemos... coño!

Adriano González León
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