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Nada que reprocharse pero mucho que cambiar

Nada que reprocharse pero mucho que cambiar

sábado 30 de diciembre de 2006, 11:07h
Zapatero estrenó marco y hasta rostro serio con los periodistas este sábado. Fue en el palacio de Oriente, donde se celebraba la Pascua Militar, y el tema de conversación informal, sin micrófonos, fue, claro, el proceso con ETA. A Zapatero, cuando le vemos con chaqué, le miramos como si fuese un mago elegante a punto de sacar un conejo de la  chistera. Este sábado de Pascua Militar iba con chaqué y se reunió con los periodistas, para evitar los ya habituales corrillos, en una fría sala de paso, la de los alabarderos en el Palacio de Oriente, bajo un cuadro de Jordan titulado apropiadamente "Salomón recibiendo la inspiración divina".
 
Zapatero no es Salomón, ni creemos que este personaje cuadre demasiado a sus características. Quería ZP repetir a los informadores, alto y claro --lo hizo por tres veces-- que el proceso ha quedado "roto" (y no "suspendido", como proclamara hace una semana, tras el atentado en el aeropuerto de Barajas) por culpa de ETA. Que él no comparte la tesis de su segundo José Blanco, que habló de errores --no es la autocrítica el plato fuerte en la mesa del inquilino de La Moncloa; menudo lío interno ha debido de haber a causa de las aplabras del secretario de Organización-- en la tramitación del atentado de ETA. Que él, todo lo que ha hecho ha sido intentarlo, dar la cara y poner todo el alma en la persecución de la paz, que, para él, es palabra primordial; dice que odia la violencia.
 
Y luego, el talante. Estuvo serio, más que de costumbre. Respondió a todas las preguntas hasta que el portavoz Moraleda dió por finalizado el encuentro; al presidente se le ve preocupado, algo acorralado por una oposición que no quiere darle tregua ni en estos momentos en los que quiza se impusiese, piensa el inquilino de La Moncloa, y pensamos muchos otros, una línea de actuación diferente. Y no precisamente porque no haya habido errores en la actuación gubernamental, que vaya si los ha habido, diga lo que diga Zapatero. Aseguran que son muchas las cosas que se cocinan sobre la mesa del gabinete de crisis en La Moncloa, donde, privadamente, si te admiten haber cometido errores. Son muchas las llamadas que estos días está haciendo Zapatero en múltiples direcciones (sí, también en una dirección 'abertzale', por llamarla de algún modo).
 
El resultado de las reflexiones que obviamente se están intensificando en La Moncloa y en todos los aledaños del poder se notará cuando Zapatero, que no dijo si habla mucho por teléfono, y de qué, con Mariano Rajoy, salga a la comparecencia parlamentaria del próximo día 16 ó 17, que definirá la tónica de todo el mes de enero y quizá la política de todo el año.
 
¿Le ha cambiado el poder? Desde luego que sí. Hemos visto a un Zapatero elegante, de chaqué y con corbata roja, sí, pero algo más humilde, más serio, menos imbuído de prepotencia que en otras recientes ocasiones. Era un Zapatero más cercano, porque muchos hombres mueren de éxito, pero otros aprenden de los errores y los fracasos. Y un Zapatero, sobre todo, mucho más cauto, que ni bajo tortura hubiese "especulado" sobre lo que ahora va a hacer ETA, ni siquiera sobre si la banda está escindida entre quienes quieren negociar y los refractarios a todo contacto con el Gobierno. Puede que haya llegado la hora de la prudencia, y no sólo la de los silencios parciales, que era lo que dominaba hasta ahora: mucha fanfarria y ya se ve que poco contenido.
 
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