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Día 7: el miedo

lunes 23 de marzo de 2020, 11:25h

Un día más de este confinamiento obligatorio y hoy nos dicen que las cosas se están poniendo muy feas, que el estado de alarma se prorroga durante 15 días más, que el número de víctimas y fallecidos crece y que esta semana va a ser muy dura... Que por favor no salgamos, que no es broma, que lo único que puede frenar al virus es que nos quedemos en casa, que cuidándonos cuidamos al resto... que es una cuestión de respeto, de responsabilidad.

Y es entonces cuando lo que en un principio era incertidumbre, cierto temor, la novedad de una situación desconocida, los teléfonos inundados de “memes”, los días frenéticos, las actividades infinitas en las casas, ejercicio, deberes, canciones, gimnasia, yoga, dibujos, balcones, aplausos, quedadas, videoconferencias, se convierten en silencio, en MIEDO...

El miedo, ese que se apodera de nosotros, que nos atrapa, que nos paraliza, que nos hace vulnerables, frágiles... Ese miedo a lo desconocido, a la enfermedad, a la muerte, a las calles vacías, a un mes en casa con sus días y sus noches... A seguir sin poder abrazar a los tuyos y rezando para que llegue el día en que los puedas ver y besar y deseando con toda tu alma que no te falte nadie.

El miedo a qué pasará cuando esto acabe incluso a saber cuándo acabará... Y si todo volverá a la normalidad o al menos a esa normalidad que necesitamos para vivir y que era la que conocíamos antes del coronavirus. Esa rutina de la que nos quejábamos tantas veces y que ahora echamos de menos...

El miedo a no saber: Si el colegio continuará o qué pasará con este curso, si seguirás teniendo trabajo, si trabajarás como trabajabas... si puedes mantener tu empresa, y si no trabajas o cierras tu empresa, cómo pagarás la hipoteca y el alquiler y la luz y el agua y el coche y el préstamo y la universidad de tu hijo y el veterinario y... ¡tantas cosas!

El miedo, ese al que no estamos acostumbrados... nosotros que lo teníamos todo controlado y ahora no somos dueños de nuestra vida, ni de nuestro presente y lo que quiere el miedo es hasta que temamos al futuro, ese que antes veíamos con ilusión, con esperanza y que ahora no nos atrevemos ni a imaginar.

Y es que el miedo es libre, mi madre siempre cuenta que cuando tenía miedo su padre le llevaba a una habitación y le decía “pero qué temes, si el miedo no existe, dónde está el miedo”... y es verdad, el miedo no lo vemos, no lo tocamos, pero lo sentimos y cada uno lo sentimos a nuestra manera, pero ahora ese miedo es un sentimiento colectivo, porque al final, todos tememos lo mismo...

Y es otra de las batallas que quiere ganar el COVID-19 además de haber traído desolación, enfermedad, de no dejar besarnos, ni tocarnos, ni abrazarnos, de habernos robado nuestras costumbres, nuestras vidas, de haberse llevado a los nuestros en soledad privándonos de su despedida... además de todo eso, ahora quiere que sólo sintamos MIEDO...

Por eso, nosotros tenemos que plantarle cara, temer, porque somos humanos, pero con la esperanza de que todo va a ir bien y que si no es de una manera será de otra pero que saldremos y que si por algo nos caracterizamos es por nuestra capacidad de improvisar y de resolver, y que si nos tenemos que reinventar, nos reinventaremos, pero no dejemos que el miedo nos paralice... porque lo del virus están siendo muchas batallas pero, al final, la guerra la ganaremos nosotros.

Esther Ruiz

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