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Cultura

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miércoles 09 de enero de 2008, 20:21h
Puede que sea ignorancia por mi parte, pero siempre me ha extrañado que los vascos tendamos a creer que los políticos son las únicas personas que pueden erradicar la violencia de nuestro territorio, cuando el problema de nuestra comunidad no es un problema meramente político sino más bien cultural. La vida, según Ortega y Gasset, es “primeramente un conjunto de problemas esenciales a los que el hombre responde con un conjunto de soluciones: la cultura”. ¿Y cúal es la cultura actual en el País Vasco?. ¿Que sistema de actitudes ante la vida tiene más importancia, más militantes, más eficacia?. El sistema económico.

O dicho de otra manera, el bienestar económico de un sector de la población que casualmente coincide con el sector nacionalista. La tendencia actual dentro de nuestro territorio es resolver los problemas económicos antes que nada porque esto es lo que más afecta a la cultura predominante de las subvenciones y el hueco discurso del diálogo; por eso, seguramente, hace unas cuantas semanas, los dirigentes nacionalistas se olvidaron rápidamente de sus reivindicaciones soberanistas para aprobar los presupuestos del gobierno vasco de la mano de los socialistas.
       
La violencia terrorista nunca ha mermado el bienestar económico de los nacionalistas. Más bien al contrario. La violencia que practican los etarras jamás ha hecho que los nacionalistas dejaran de percibir los magníficos honorarios que perciben por ocupar todos los puestos en la administración pública, por ejemplo, o en las cajas de ahorro o en los museos profusamente promocionados o en las empresas subvencionadas o en las asociaciones deportivas o en los medios de comunicación públicos.....
        
La violencia es un problema que solo afecta a las personas más alejadas de la cultura predominante; o sea, a los concejales, los profesores, los torneros, las empresarias o los intelectuales constitucionalistas. Por mezquino que pueda parecer, hay un sector de la población – católico, nacionalista, despreocupado y en continuo progreso económico – que todavía no considera que esta violencia sea un problema esencial, sino una jodienda histórica con la que hay que convivir, un estorbo rutinario del que se escribe mucho en los periódicos o un asunto que “los políticos de Madrid se muestran incapaces de resolver”.

En resumen, todavía hay quienes tratan de remediar un problema esencial con medidas exclusivamente políticas – nuestro tenaz lehendakari, por ejemplo, en contra de que Josu Jon Imaz opinaba - cuando solo mediante un cambio cultural en el que se viera inmersa toda la ciudadanía, comenzarían a atisbarse las soluciones para erradicar el problema más vergonzante de nuestro tiempo: la violencia. Pero, en fin, sospecho que todo esto da igual porque lo verdaderamente importante es continuar ganando dinero. ¿O no?.
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