Tras un ciclo de subidas de tipos de dos años, los bancos centrales de todo el mundo están sopesando cuándo empezar a relajar su política monetaria. Ayer, Suecia dio el primer paso. Con su economía registrando cuatro trimestres seguidos de contracción, el Riksbank se ha adelantado al BCE y ha recortado su tipo de interés oficial en 25 pb, hasta el 3,75%, en su primer recorte desde 2016.
En su declaración, el Riksbank también ha señalado que probablemente lo bajaría dos veces más en el segundo semestre del año si se mantenían las perspectivas de inflación. "La inflación se está acercando al objetivo mientras que la actividad económica es débil", han afirmado los responsables suecos en su comunicado. "Por lo tanto, el Riksbank puede relajar la política monetaria".
El paso dado por el banco central sueco alumbra el camino del BCE. Aunque desde la institución monetaria europea se insiste en que no depende de la Reserva Federal y su presidenta fue contundente en ello en la última reunión, una brecha cada vez mayor en los tipos de interés entre los bancos centrales más grandes del mundo debilitaría al euro e impulsaría la inflación europea. Este es uno de los temores del BCE: actuar antes que la Reserva Federal puede debilitar al euro y reactivar la inflación, provocando que esa rebaja de tipos pueda pasar a la historia como un “error” de política monetaria. Ayer, el responsable del Banco Central de Bélgica declaró que el BCE puede seguir adelante con los recortes de tipos de interés este año, pero debe replantearse la forma en que prevé la inflación y establece la política en función de estas proyecciones, dada la escasa precisión de sus modelos, especialmente durante los periodos de volatilidad económica.
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