Las promesas electorales las carga el Diablo. Sobre todo cuando los políticos olvidan -Gracián díxit- que siempre hay tiempo para decir las palabras pero no para retirarlas. Venía Rajoy de proponer un "contrato de derechos y deberes" para los inmigrantes y se le han echado encima desde el Gobierno y el PSOE. Pérez Rubalcaba dice oler a xenofobia y otros le acusan de racismo. Está claro que el líder conservador se ha explicado mal.
Centrándonos en la propuesta, tengo para mí que el candidato del PP ha equivocado la frase: si en lugar de decir que los inmigrantes deben respetar las "costumbres españolas", hubiera hablado de respeto a las "leyes españolas", la cosa sería inobjetable. Las costumbres -dormir la siesta, tomar café, etc- son cosa de cada uno, las leyes obligan por igual a todos. Que en función de su práctica o costumbre religiosa, los inmigrantes de religión mahometana sacrifiquen así o asá un cordero, resulta irrelevante. Cosa diferente es que con arreglo a otras prácticas propias también de quienes siguen esa religión, una adolescente pueda ser sometida a mutilaciones genitales o concertada como futura esposa de un hombre a quien no desea como marido pero con el que sus padres han pactado el matrimonio. ¿Por qué, en éste supuesto, cambiarían las cosas? Pues porque iría contra las leyes españolas que defienden la igualdad entre hombres y mujeres y castigan como delito este tipo de agresiones a la dignidad de la mujer.
Quienes vienen a vivir a España no pueden estar por encima de nuestras leyes. Dos modelos diferentes: el multicultural o el de integración han sido ensayados en otros países de Europa a la hora de plantear la absorción de inmigrantes. El primero, en vigor en el Reino Unido, ha sido un fracaso; el segundo, desarrollado en Francia, tampoco ha resuelto el problema porque en uno y otro caso los inmigrantes de religión musulmana, no se integran. Rajoy apuesta por el modelo adoptado por Sarkozy. Zapatero -a juzgar por las generalidades del discurso de la Alianza de Civilizaciones- desconocemos qué piensa sobre estas cuestiones. En un asunto tan serio como éste, una cosa tengo por cierta: lo más progresista no es mirar para otra parte esperando a que el problema se resuelva por sí solo. Llegar tarde, esperar a que se formen guetos, es lo reaccionario.