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El precio de tomar riesgos (innecesarios)

· Crítica de ‘Resonator’, de Tony Levin (Narada, abril de 2006)

lunes 08 de enero de 2007, 12:46h
Hay una frasecilla muy popular que dice algo así como “Virgencita, que me quede como estoy”. Una petición religiosa a la Virgen para que, bajo el peligro de que suceda algo peor, asumir que la situación actual se da por buena. Pues es lo que echo de menos en el nuevo disco de Levin. Haberte quedado como estabas Tony. ‘Resonator' intenta renovar en todo lo que había hecho anteriormente, discos de música instrumental que rezumaban talento revestido de melancolía sónica. Esta mezcolanza de rock, folk norteamericano y progresivo crimsoniano no convence. Sorry Tony.
1. Break It Down (7:02)
2. Places to Go (5:47)
3. Throw the God a Bone (5:25)
4. Utopia (6:21)
5. Beyond My Reach (5:16)
6. Shadowland (4:58)
7. Crisis of Faith (2:10)
8. What Yould Jimi Do? (4:34)
9. Sabre Dance (5:07)
10. Fragile as a Song (4:31)



Lo mejor: El guiño del tema ‘Shadow-land' a lo que nos espera en breve con lo nuevo de King Crimson y con Levin a bordo
Lo peor: El fallido intento al pasar de la composición de piezas instrumentales a canciones con letras y además querer cantarlas
El primer fallo de ‘Resonator', por mucho que Levin quiera decir que es el disco del que más se siente satisfecho -es lo que siempre decimos con lo último, como con los hijos, qué se va a decir si no: “No me ha quedado muy bien el disco, pero bueno, ahí va”-, es que apuesta por algo que Tony no sabía hacer en solitario. Y sí, alguien podría decir que eso es innovar y ésa es la esencia del rock progresivo. Pero este excepcional bajista, sticker y compositor no estaba preparado para hacer un álbum de rock con letras en 8 de las 10 canciones, y mucho menos convence, insistimos, su mezcolanza de estilos. Y aunque sea cruel decirlo, su voz -canta la mayoría de los temas- no da para muchos lujos.

También sería acertado decir lo contrario de sus primeros álbumes, ‘World Diary' (1996) y ‘Waters of Eden' (2000), así como ‘Pieces of the Sun' (2001), que todos pecaban de cierto monocromatismo en sus composiciones, sin altibajos de ánimo. Excesos del alma melancólica. Pero este salto al ‘gamberrismo' de imagen del rock no se ajusta a su percha. No convence ver a Levin disfrazado de rockero duro. Y eso es de lo que peca en exceso, considero, este ‘Resonator'.

Más si cabe cuando las primeras piezas son realmente tediosas. Break It Down y Places to Go podrían estar firmadas por cualquier artistucho de tres al cuarto. Así como el séptimo tema, Crisis of Faith, un desesperante ejercicio de ruido sin conjunción, lo que sí aprendió a hacer con Crimson en los ProjeKcts en los finales de los años ‘90.

Tiene algún regalo para fans de los King Crimson, como el tercer tema, Throw the God a Bone , otra medianía de composición que no es más que una canción compuesta para el lucimiento de Adrian Belew, invitado por Levin a la fiesta como cantante y guitarrista en este tercer corte para recordar viejos tiempos. Suena, para los que no se sitúen, como lo que hace Belew en solitario -personalmente poco considerable para ocupar un puesto más en nuestras nutridas estanterías- unido a la locura de lo que fue los Crimson de los ‘80 con el funk-rock de ‘Discipline' (1981) y el ambientillo del Elephant Talk.

Introduce temas bastante buenos, a lo que nos tenía acostumbrados Levin, como Utopia, un medio tiempo con letra blandito y muy armonioso. Lo mejor del tema, porque el comienzo es desalentador, es el solo guitarrero del resto del corte. Por cierto que es la guitarra invitada de Steve Lukather, de los Toto. Le sigue la canción Beyond My Reach , muy marcada por una batería fresca y distinta del excepcional Jerry Marotta y el buen hacer de su hermano, Pete Levin, en los teclados. Eso sí, nada que destacar del hermanísmo, ya que no es ninguna maravilla.

Lo mejor del disco es Shadowland, una verdadera sorpresa para los que están esperando lo nuevo de King Crimson (¿quizás para 2007 nos darán la alegría Fripp y los suyos con Levin a bordo?). Suena a lo que hace actualmente Crimson en su última etapa, más que un guiño sonoro al nuevo futuro.

Pero para demostrar que Levin está muy desacertado en este disco, resaltar que de nuevo nos prepara un mal conjunto de temas, y además, para más INRI, para cerrar el disco. La mencionada canción Crisis of Faith, horripilante, y el funk-rock del octavo corte, What Yould Jimi Do?, dejan la boca abierta pero por la terrible decepción. Al menos para algunos. Ya se sabe, para gustos, los colores.

Rematan la faena una versión de la pieza de música clásica ‘Danza del Sable', del ruso Khachaturian. Una musiquilla de ambiente cirquense, para quien no se sitúe en estos momentos. La habrán escuchado millones de veces en su vida. Levin la pasa por el filtro rockero y se queda tan pancho. Eso es lo malo. Porque es algo patético que recurra a esto. Y el tema de despedida vuelve a ser un tranquilote y sentimental mediotiempo, Fragile as a Song , un título que lo dice todo. Bueno de nuevo en la calidad de la composición y la ejecución. Algo evitable, como el disco.

Intépretes: Tony Levin (voz principal, chelo, piano, teclados, bajo, Chapman stick); Jesse Gress (guitarra, coros); Pete Levin (piano, órgano); Larry Fast (sintetizador); Jerry Marotta (batería, coros). Invitados: Adrian Belew (voz y guitarra tema #3), Steve Lukather (guitarra en tema #4)

Más datos sobre Tony Levin :
http://www.portalesquizofrenia.com

Más datos, en la página oficial:
https://www.tonylevin.com/resonator.htm

CALIFICACIÓN:

Composición: 4
Interpretación: 8
Concepto: 1
Sensibilidad: 3
Nota media: 4
FICHA TÉCNICA:

Fecha: 4/04/2006
Sello: Narada
Autor: Tony Levin Band
Género: Rock progresivo
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