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Las tribulaciones de la baronesa Thyssen por ser considerada una señora

jueves 06 de marzo de 2008, 12:28h
De todas las frases hechas que existen, hay una que me fascina: “Yo soy una señora”. Generalmente quien la pronuncia tiene serias dudas sobre su identidad. De la misma manera que la frase “Yo soy muy mujer” la suelen repetir más los travestis. La palabra señora no redunda en lo femenino sino en el comportamiento social. En muchas ocasiones, además, hace maliciosas referencias a la promiscuidad de la señalada en cuestión. Otras, las menos, a su actuación en las reuniones en casas de embajadores (un decir) o reuniones dónde la sonrisa perenne y las conversaciones baladíes son la nota predominante.
Esta frase de “yo soy una señora” la he sacado de un libro que acaba de ser publicado y que ingeniosamente han titulado: Carmen Cervera, la baronesa, de Teo Lozano y Goya Ruiz, editado por Temas de Hoy. Ayer lo presentaron en sociedad en la sede de la editorial, es decir, en el edificio de Planeta.

Las editoriales ya no tiran la casa por la ventana. Salvo que el autor sea José María Aznar, las presentaciones de los libros, o se hacen en hoteles pero sin canapés, o se hacen con canapés pero en la sede de las editoriales. No hay pasta y se nota.

Pocas caras conocidas, además de la presentadora del acto, Teresa Viejo, vi a Rosa Villacastín y Mari Pau Domínguez (la mujer de Paco Lobatón). Normal, por otra parte. Si Tita tiene enemigos, estos no van a ir a la presentación de un libro que la pone verde (que tampoco es para tanto) porque la sombra de la baronesa es alargada y su memoria, más. En cuanto a sus amigos, pues ayer estarían descansando en el barco en Capri, de tiendas por Rodeo Drive, cenando en Maxim´s,  o esquiando en Gstaad, todo menos en la presentación del libro

El libro está lleno de perlas y frases para la historia. Yo, personalmente encuentro a Tita un personaje fascinante. Es verdad que soy persona insustancial y frívola, pero también tengo mis pareceres y a mí la baronesa me ha sacado de muchas tardes insulsas gracias a sus declaraciones en las revistas. Tita es una mujer como nosotras, es más, diría que en cada una de nosotras hay una baronesa. Ella, por poner un ejemplo, se tiñe las canas en casa, porque, dice, es un pérdida de tiempo ir a la peluquería. También se peina ella sola, de ahí que siempre parezca una controladora de pista de aterrizaje.

Los capítulos más jugosos del libro son los destinados a las tensas y difíciles relaciones de Tita con los hijos de su marido, el barón, para llegar a un acuerdo por la herencia. ¡Cómo me hubiera gustado ser doncella en Más Mañanas o en cualquiera de las residencias de Tita para escuchar las conversaciones de la baronesa acordándose de toda la familia del barón! Por suerte para Tita y para los que somos del pueblo llano, ganó ella. Y es que su vida es un culebrón al mejor estilo venezolano, sólo que aquí no se escuchó nunca la frase “José Alfredo no me abandones, yo soy tu esposa”, porque el barón siempre estuvo colado por ella.

Tita es el mejor ejemplo de lo que proclaman los americanos, el hombre (en este caso, mujer, o señora, según cómo se mire) hecho a sí mismo. Y si, tal y como este libro desvela, los orígenes de miss Cervera son humildes, más mérito para ella haber conseguido casarse con el barón y haber acumulado tanta fortuna. Lo fácil es emparentar bien apellidándote dos Sicilias.

¿Ustedes nunca se han fijado en la sonrisa que tiene Tita? Es que se tiene que estar riendo de todo el mundo y con razón. Resulta que sale poco menos que de un arrabal (según los autores) y termina forrada hasta el insulto y encima se trae a España la mejor colección de pintura privada del mundo. Tiene merito, ¿o no? Vale, le tiene que hacer la genuflexión a la Reina, pero posa con ella en la inauguración de la colección y, ojo al detalle, con un impresionante collar que diamantes que vale cinco millones de dólares. Es como si estuviera diciendo, tú serás la reina pero yo estoy forrada de pasta. En fin, Tita, yo te doy sinceramente mi enhorabuena porque mujeres listas como tú, pocas. Ahora, que te critiquen, miles. La envidia es de los mediocres. Y la mediocridad, abunda. Tú, mejor que nadie lo sabes.
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