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Peculiar trasvase de bienes de todos

sábado 22 de marzo de 2008, 12:05h
El Ministerio de Educación ha tildado de “peculiar” actuación, que no vulnera la legalidad, lo sucedido en El Álamo, en plena Semana Santa, es decir,  la pasión de unos padres de alumnos que habían matriculado a sus hijos en un Colegio Público, de todos ya que se usaron fondos públicos para su construcción en suelos municipales, que ahora dejará de serlo para pasar a manos privadas.

Unos y otros, socialistas y populares, responsables de las administraciones estatal, regional y local, coinciden en que lo hecho, el peculiar trasvase de bienes públicos, de todos, de unas manos comunales a otras particulares y muy privadas, no va contra la ley aprobada, no sé bien por quién, que permite que un colegio pagado por los impuestos de los vecinos se pueda vender al mejor postor. Este centro educativo, que lleva el nombre del edil del PP de Ermua asesinado por ETA en el verano de 1997, tenía que haber empezado a funcionar al inicio del curso escolar 2007-2008 pero no arrancó porque la Comunidad de Madrid no lo creyó conveniente.

Ahora el Ayuntamiento, gobernado por el PP, igual que la Administración autonómica, alega deudas millonarias para vender un bien de todos con la sana intención de aligerar sus cargas financieras. El nuevo propietario tiene asegurado el concierto y los que autorizan este trasvase de bienes públicos aseguran que todo este movimiento en etapa de procesiones no perjudica a nadie y sólo persigue la escolarización de los niños en las mejores condiciones de calidad posible y aligerar la situación financiera del Ayuntamiento de El Álamo.

La Comunidad de Madrid debería haber defendido mejor lo que es de todos, ayudar con dinero público a sanear las arcas municipales con una parte de, por ejemplo,  lo que gasta en eventos festivos y efemérides como las que conmemoran el 2 de mayo y garantizar el derecho a la educación gratuita y de calidad con sus propios medios, en vez de dejar que el dinero privado se encargue de asegurar este derecho universal, que será menos derecho y más un servicio que mejorará dependiendo de la cuenta de resultados de los inversores, que en cuanto vean que el debe y el haber no cuadra recurrirán a las fórmulas de siempre.

A los que vieron cómo invirtieron sus impuestos en levantar un nuevo colegio y ahora comprueban  que su dinero llega a manos no contempladas inicialmente, ¿habría que haberles consultado? Parece que a nadie se le ha ocurrido preguntar a los ciudadanos accionistas a la hora de cambiar el sentido de su inversión.

Tampoco los defensores de la enseñanza pública han pensado, además de protestar en el pleno municipal por este pecado de los gestores del PP, en exigir al Gobierno central, liderado por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que cambie la ley en lugar de limitarse a decir que el asalto a lo público es una “peculiar” manera de interpretar la legalidad. Las administraciones, además de llenarse la boca con palabras bellas en defensa de la educación pública, serían lo que dicen ser si procurasen medios de todo tipo para disponer de lo mejor con el fin de ponerlo a disposición de los ciudadanos que desean educar a sus hijos.

La educación concertada mejoraría si la pública fuese mejor y  si es una opción complementaria y  no una salida digna ante el panorama de algunos centros públicos de masificación, déficit de aulas compensatorias y problemas de autoridad por parte de unos enseñantes acosados que se sienten, a veces, más solos que la una. El dinero público ha de engordar los proyectos de todos y acudir en ayuda de los colegios concertados cuando su mano no puede llegar a todos.

También mejoraría la imagen de los centros públicos si los gobernantes se comportaran celosamente de lo suyo y convirtieran en ejemplar lo realizado con el dinero de todos. Si el nivel de estos colegios sube, los que quieran competir desde lo privado tendrán que mejorar su oferta. Por ahora, este pensamiento no parece que anide en el cerebro de nuestros políticos, más interesados en confrontar que en ponerse a nuestro servicio. Lo que sí es peculiar es que lo bárbaro se pueda llevar a cabo sin más obstáculos que las críticas y denuncias de algunos que cuando regresen de las vacaciones tendrán su pensamiento en el siguiente encontronazo con  los de la acera de enfrente.
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