Multitudinaria ha sido la manifestación “contra el terrorismo, por la paz, la libertad y la vida”. De nuevo la respuesta que la ciudadanía de Madrid ha dado, ha estado a la altura de este pueblo. También lo ha estado la respuesta de Aragón, donde las uniones Regionales de CCOO y UGT, al igual que en Madrid, tomaron la iniciativa, a la que se sumaron numerosos movimientos sociales y la practica totalidad de las fuerzas políticas democráticas, a excepción del Partido Popular, que tampoco se sumo a esta manifestación. Como también lo ha sido la convocatoria de Bilbao.
Han sido cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas quienes han dicho, hemos dicho, ¡No al terrorismo, no a ETA! ¡Si a la paz y a la libertad! ¡Si a la unidad para derrotar al terrorismo!
Cientos de miles de ciudadanos, recogiendo el sentir mayoritario del pueblo español (incorporo a este término a la inmensa mayoría de trabajadores y trabajadoras inmigrantes, los nuevos ciudadanos de este país); hemos mostrado nuestra repulsa al sangriento atentado que costo dos vidas y la firme e irrenunciable determinación de acabar con la lacra de la violencia. Nos hemos manifestado para apoyar igualmente la unidad de los demócratas en torno a los valores de la libertad y a las Instituciones e instrumentos del Estado de Derecho.
La voluntad democrática de la ciudadanía, la expresión de su sentimiento de repulsa ante el atentado de ETA, de su solidaridad con las victimas, no puede verse enajenada, malversada, en nombre de nada ni de nadie.
La convocatoria de estas manifestaciones no ha estado exenta de polémica, parte de las cuales ciertamente interesada, sobre lo que conviene reflexionar y a fondo. Lo primero que hay que poner de manifiesto es la negativa a participar del Partido Popular en estas multitudinarias movilizaciones. Es la primera vez que, ante un llamamiento sindical contra el terrorismo, de rechazo a un atentado terrorista que se acaba de producir, esta fuerza política creo que llevada por el cortoplacismo electoral, ha optado por no participar.
Se han equivocado. La lucha contra el terrorismo debe estar al margen del legitimo y democrático debate político. No participar en una movilización de repulsa por el asesinato de dos personas, de solidaridad con las victimas, ha sido sin duda un muy negativo precedente en términos democráticos, sobre el que deben, como he dicho, reflexionar y rectificar.
Pero también se ha de reflexionar desde el movimiento sindical confederal, singularmente desde CCOO, que no ha estado al margen de estas polémicas, sobre todo a partir de las declaraciones del Secretario General de esta Confederación, poniendo en duda la necesidad de esta movilización y anunciando dudas también, posteriormente rectificadas, sobre su propia presencia en la manifestación convocada por las dos organizaciones sindicales madrileñas, junto al colectivo Ecuatoriano.
Esta cuestión no es “una más”, es de gran calado. Y es en mi opinión de una enorme gravedad, que añadió confusión a propios y extraños. Unas declaraciones a las que asistió atonita nuestra afiliación, que iban en la dirección contraria de lo que CCOO de Madrid, les estaba planteando, esto es trabajar por una gran manifestación de rechazo al terrorismo.
A ello habria que añadir que decisiones de esta trascendencia se han adoptado sin tan siquiera haber reunido a los órganos de dirección de la organización. Y lo planteo en mi calidad de miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de CCOO, que he asistido a todo este sinsentido, sin que el órgano al que pertenezco, la dirección estatutaria de CCOO, se haya reunido desde el 30 de diciembre hasta la fecha.
Pero es que además, es incomprensible que haya habido más presión sobre los convocantes, CCOO y UGT de Madrid, que han trabajado desde el primer día buscando el consenso y la participación de todas las fuerzas políticas democráticas, que sobre las organizaciones a las que se convocaba, y singularmente a la que menos interés había puesto prácticamente desde el primer día en que se le comunico la iniciativa, para participar unidos en la manifestación contra el terrorismo.
Forma parte de cada quien el reflexionar acerca del proceso que acabamos de vivir, en unos momentos en los que la indecisión y la indefinición no caben. Al igual que no podemos olvidar que la respuesta de una organización tiene mucho que ver con la claridad en los objetivos que le son propios, así como con un planteamiento básico, cual es el hecho de que también para responder es preciso tomar la iniciativa. Es preciso en este sentido afirmar, no sin preocupación que, cuando se carece de referentes sólidos, el cuerpo social se desmembra.
Y planteo esta cuestión siendo consciente de que el movimiento sindical confederal no debe caer en el pansindicalismo, ni tampoco ser correa de transmisión de nadie, de ninguna fuerza política, ni de gobiernos, como tampoco de la oposición. Eso sí, en momentos tan importantes para el futuro como los que esta viviendo nuestro país, lo que el movimiento sindical no puede ser es neutral, pero no aparentemente, sino con mayúsculas. El movimiento sindical confederal tiene su propia forma de entender los acontecimientos sociales, económicos y políticos que se producen, y lo hace desde la autonomía en el análisis y en su capacidad de decisión. Y esto es precisamente lo que le permite responder e intervenir en problemas que afectan a la vida democrática de este país.
¿Pero como íbamos a permanecer callados cuando ETA asesina a dos ciudadanos, que además son dos trabajadores?, ¿como no vamos a salir a la calle a manifestarnos contra el terrorismo? Así ha sido siempre. Es por eso que todavía a fecha de hoy, me pregunto como es posible que el movimiento sindical confederal haya renunciado precisamente en este momento a tomar la iniciativa; una iniciativa que históricamente ha sido capaz de aunar voluntades, de sumar esfuerzos, de fortalecer la unidad.
Hemos sido atacados como trabajadores y como demócratas, y al movimiento sindical le sigue correspondiendo, en mi opinión, tomar la iniciativa para sumar a favor de la democracia y contra el terrorismo.
Soy un convencido de que el movimiento sindical, aún siendo muy celoso de su autonomía, que lo debe ser, tiene que ser un importante referente social, desde el convencimiento además de que su grado de utilidad, no es solo la defensa de los intereses de los trabajadores y de sus condiciones de vida, aunque es parte prioritaria de su trabajo, ya que los avatares políticos, el grado de crispación política que esta viviendo nuestro país prácticamente desde el 14 de marzo de 2004, puede terminar por desdibujar cuestiones de enorme calado y de enorme interés para los trabajadores a los que representamos, como son las cuestiones de carácter económico y sociolaboral.
Y es que efectivamente los derechos de los trabajadores son indisociables de los derechos de ciudadanía. Y es precisamente desde esta idea, desde la que el movimiento sindical tiene que trabajar, orillando tensiones coyunturales electoralistas o de otro tipo, para anteponer el empeño común de vencer al terrorismo, tomando para ello las necesarias iniciativas, sumando y no restando, subrayando que las divergencias entre los demócratas no tienen justificación en la lucha por la paz, la libertad y contra el terrorismo.