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Benedicto XVI pide a la ONU firmeza en su misión

viernes 18 de abril de 2008, 21:56h

El papa Benedicto XVI afirmó este viernes que la ONU tiene el "deber" de intervenir para proteger a la población ante crisis humanitarias o violaciones de derechos, cuando sus Estados no lo hacen.

En su intervención ante el pleno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con presencia de sus 192 países miembros, Benedicto XVI recordó que "el deber primario" de todo Estado es "proteger a la propia población" de cualquier tipo de violaciones de derechos humanos o crisis humanitarias.

"Si los Estados no son capaces de garantizar esta protección", la comunidad internacional "debe intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas y otros instrumentos internacionales", dijo.

El jefe de la Iglesia católica indicó que la intervención de la comunidad internacional "no tiene porqué ser interpretada como una imposición y una limitación de la soberanía".

Aseguró que, al contrario, "la indiferencia o la falta de intervención es lo que causa un daño real".

Sin embargo, el pontífice recordó a los miembros de Naciones Unidas la necesidad de agotar todas las vías diplomáticas para resolver la crisis.

"Lo que se necesita es una búsqueda más profunda de los medios para prevenir y controlar los conflictos, explorando cualquier vía diplomática posible y prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación", agregó.

El obispo de Roma dijo a sus interlocutores que es el principio "de la responsabilidad de proteger" en el que se tiene que basar las Naciones Unidas.

Citó cómo el fraile dominico español Francisco de Vitoria, que calificó como precursor de la idea de las Naciones Unidas, describió dicha responsabilidad "como un aspecto de la razón natural compartida de todas las naciones".

Benedicto XVI señaló que una visión a través de la religión puede "llevar al compromiso de resistir a la violencia, al terrorismo y a la guerra y a promover la justicia y la paz".

Por ello, llamó a Naciones Unidas a apoyar el intercambio interreligioso, "del mismo modo que lo hacen con el diálogo en otros campos de la actividad humana".

Según Joseph Ratzinger, las Naciones Unidas pueden contar con los resultados que produzca el diálogo entre las religiones para usarlos "al servicio del bien común".

El objetivo de este diálogo es "proponer una visión de la fe, no en términos de intolerancia, discriminación y conflicto, sino de total respeto de la verdad, la coexistencia, los derechos y la reconciliación", apuntó.

Entre los derechos fundamentales del hombre, el Papa indicó que "obviamente" deben incluir el derecho a la libertad religiosa.

Consideró "inconcebible que los creyentes tienen que suprimir sus creencias religiosas para ser ciudadanos de un país", y exclamó: "No tendría que ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos".

Ratzinger explicó que los derechos asociados a la práctica de la religión necesitan protección, sobre todo en lugares donde se les considera en conflicto con la confesión mayoritaria, en alusión a la situación de los cristianos en zonas como Medio Oriente, en especial en Irak, ya denunciada en varias ocasiones por el Papa.

Benedicto XVI tocó en un denso y largo discurso otros temas como la defensa de los derechos humanos, la necesidad de solidaridad con los países más necesitados e invitó al rechazo de una investigación científica y tecnológica que atente contra "el carácter sagrado de la vida".

El Papa no olvidó recriminar al organismo que el consenso multilateral sigue teniendo problemas "a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos".

El jerarca del Catolicismo deseó a todas las naciones representadas en la ONU "Paz y prosperidad con la ayuda de Dios", en los idiomas oficiales de la organización (inglés, francés, español, árabe, chino y ruso).

Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dio la bienvenida al papa vinculando la misión secular que realiza Naciones Unidas en el mundo con el mensaje que promulga Benedicto XVI en favor de la paz, el desarrollo y el diálogo entre culturas.

"Su santidad, de muchas maneras, su misión es la nuestra", dijo al Papa  el máximo responsable de Naciones Unidas.

Ban destacó que la ONU es una institución secular, pero cuando se pregunta a sus empleados qué les motiva, "muchos de nosotros respondemos con palabras de fe".

El secretario general señaló que el Papa ha hablado "del terrible desafío que supone la pobreza que aflige a buena parte de la población mundial y cómo no se puede ser indiferente o asumir un aislacionismo egoísta".

También mencionó la postura del pontífice en favor del desarme nuclear, el respeto de "aquellos con gran poder" a los derechos de los demás, así como la preservación del medioambiente y el diálogo entre culturas y religiones.

El secretario general recordó los llamamientos del Papa al compromiso y la confianza en la labor de Naciones Unidas para afrontar la complejidad del mundo en la actualidad.

"Su santidad, estas son metas fundamentales que compartimos y le agradecemos sus oraciones mientras nos encaminamos hacia su consecución", apuntó Ban.

Agradeció al Papa su "confianza" en la labor de Naciones Unidas y aseguró que su personal necesita cada vez más "ese preciado bien" de la fe para afrontar la multiplicación de sus responsabilidades.

Minutos antes, el presidente de la Asamblea General, el macedonio Srgjan Kerim, destacó en sus palabras de bienvenida que la mera presencia del pontífice en la sala "es un poderoso reconocimiento de la validez y la importancia de las instituciones particulares, particularmente Naciones Unidas".

Señaló que las prioridades de la Organización en la promoción del desarrollo, la protección del medioambiente y la defensa de los derechos humanos son "los pilares de un multilateralismo más justo".
Al igual que el secretario general, Kerim concluyó sus palabras agradeciendo el apoyo del Papa a la labor de Naciones Unidas.

Antes de dirigirse a la Asamblea General, Ban y el Papa se reunieron unos minutos en el despacho de trabajo del secretario general de la ONU, un lugar en el que "normalmente no recibo, pero esta es una ocasión especial".

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