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Solbes y los enredos de ZP

sábado 19 de abril de 2008, 13:45h
 El presidente del Gobierno ha montado un buen número con los cambios de estructura organizativa y funcional de sus ministerios. Muchos se han quedado con las caras de los ministras sin reparar en el lío que se está montando bajo sus pies. Ni ellos se aclaran, de hecho, con las nuevas denominaciones, que ya dieron lugar a más de un cachondeo en alguna toma de posesión. Es evidente que Rodríguez Zapatero no ha elegido un buen momento para esta reforma organizativa, cuya audacia ha combinado con el nombramiento de ciertas personas poco expertas en la Administración. Y no sólo eso: los cambios ministeriales afectan también a las relaciones con las comunidades autónomas, que a través de los consejos sectoriales son las que permiten instrumentar en España las políticas de fondo que se diseñan en Bruselas. Pues bien, la actual estructura del Gobierno apenas casa con la mayoría de los ejecutivos autonómicos.

El joven presidente puede tener sus fundamentos para impulsar determinados cambios. Lo que sucede es que las prioridades de España, instalada en una grave crisis, son otras bien distintas. Por eso inquietan tanto los enredos que puedan protagonizar determinadas personas de su gobierno, algunas de ellas, como Miguel Sebastián, auténticas expertas en obstaculizar el trabajo del vicepresidente Pedro Solbes.

Si algo necesita España en estos momentos es un liderazgo claro en su política económica, que por lo anunciado en la campaña electoral se basará en medidas ya aprobadas en el Consejo de Ministro y también en reformas que están pendientes, algunas desde hace mucho tiempo. Un botón de muestra: España tiene un amplio margen para meterle mano a determinados servicios donde no hay competencia y que lastran la inflación, hoy por hoy en unos niveles más que preocupantes para todos, pero especialmente para los menos favorecidos, que soportan así el verdadero impuesto de los pobres. Con matices, Solbes goza hoy de una credibilidad que no debería ponerse en juego. Ni siquiera por parte del presidente del Gobierno, por mucho poder que tenga. Toca gobernar y no enredar.

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