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Pezoa Véliz, el padre de la poesía chilena

Pezoa Véliz, el padre de la poesía chilena

jueves 24 de abril de 2008, 00:56h
Tal vez sea difícil creer que Carlos Pezoa Véliz, el padre de la poesía chilena moderna, no publicó nunca un libro. Recién la editorial LOM ha editado “Alma chilena”, un volumen que recopiló Ernesto Montenegro, uno de sus amigos. Allí están los poemas fundamentales del poeta que fueron publicados en diversos diarios y revistas.

No obstante, Pezoa Véliz marcó un capítulo nuevo en la cultura chilena. A partir de él nació la verdadera lírica nacional. Antes solo existían poetas retóricos y adocenados. Pezoa Véliz incorporó al pueblo chileno y la realidad de entonces. Convirtió en protagonistas de su poesía a los campesinos, a los personajes urbanos sin esperanza, a los fracasados, a los seres anónimos y pobres. Sus instrumentos expresivos fueron el lenguaje simple y la denuncia social.

Apenas fue conocido o valorado por los escritores de su tiempo. Nació en julio de 1879 y murió en Santiago hace cien años, el 21 de abril de 1908. Vivió una existencia gris con más derrotas que victorias. Habitaba en los alrededores de la santiaguina plaza Almagro. Sólo conoció a sus padres adoptivos, cuyos apellidos heredó y bajo cuyo alero se desarrolló su existencia. Fue profesor primario de un colegio religioso de calle San Diego. Desempeñó humildes oficios. Para ganarse la vida se unió al poeta ciego Juan Bautista Peralta, que editaba una hoja de La Lira Popular, en la que se comentaban los sucesos policiales de la actualidad. Era vendida en el Mercado Central y varias de sus tremebundas estrofas pertenecieron a Pezoa.

Alguna vez fue invitado por Augusto D’Halmar a leer sus poemas al Ateneo de Santiago, cuyas sesiones se realizaban en el salón de honor de la Universidad de Chile. D’Halmar era la gran figura del Ateneo y fue uno de sus pocos amigos intelectuales y el más estimulante de la difusión de los versos de Pezoa Véliz. Fue de los pocos que tuvo conciencia de los grandes valores de su poesía, que nadie conocía, ya que el poeta no estaba integrado a la vida literaria.

El mayor golpe de fortuna de Pezoa Véliz fue un contrato de trabajo en la Municipalidad de Viña del Mar; allí se sintió estimulado y pudo dar a conocer sus poemas. La felicidad duró poco. El 16 de agosto de 1906 fue invitado a comer a casa de una familia amiga. Allí estaba cuando la tierra se agitó con un terremoto de ocho grados, que destruyó Valparaíso y Viña del Mar. La casa de derrumbó y el poeta quedo atrapado bajo una pared, estuvo clamando por un auxilio que tardó en llegar. Las secuelas fueron graves y le obligaron a internarse en el Hospital San Vicente de Santiago. Allí murió en una sala común, únicamente asistido por un médico solidario y un par de amigos. Tenía apenas 29 años.

Está enterrado en el Cementerio Católico de Santiago. Es una de las voces capitales de la poesía chilena. Sus poemas “Tarde en el hospital”, “El pintor Pereza”, “Pancho y Tomás”, “Entierro de campo”, son pilares de nuestra cultura poética. Los poetas chilenos del siglo veinte le deben mucho y así lo reconocen. Ni siquiera el propio Pezoa Véliz supo de su genio. Su obra no envejece, conserva intacta la misma fuerza, verdad y belleza. Es un clásico.

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Luis Alberto Mansilla
Periodista
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