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Guardia Civil

Guardia Civil

domingo 21 de enero de 2007, 17:19h
La manifestación de varias decenas de guardia civiles en la Plaza Mayor de Madrid hace unos días en la que pedían la desmilitarización marca un auténtico hito en la historia del Cuerpo que ha puesto a las autoridades en un brete de difícil solución y que puede traer consecuencias si no se trata con el debido tacto y sosiego. La aplicación, sin más, del actual reglamento y de toda la legislación vigente, puede conducir a una situación de alta tensión.

Sin embargo, no es menos cierto, que “mirar hacia otro lado” y no hacer nada, supondría también ignorar un hecho, la necesidad de cambiar esa legislación en los tiempos en los que estamos y ante la nueva organización de la sociedad. Y los hechos, como ya se ha demostrado hasta la saciedad, son tozudos y si se ignoran, suelen tomarse su venganza.

Esa manifestación coincide con el anuncio de un anteproyecto de Ley elaborado por el Gobierno que supone una profunda reforma del reglamento disciplinario de la Guardia Civil pero, que al parecer, no ha satisfecho a algunas de las asociaciones de la Benemérita.

La Guardia Civil, creada en 1844, lo fue a imitación de los Carabineros italianos y la Gendarmería francesa, que se da la circunstancia de que son Cuerpos, los primeros, del Ejército italiano y del francés. Hay más historia que contar, como por ejemplo que, en aquella época de fundación, los militares no querían que la Guardia Civil fuese militar y menos un Cuerpo como podían serlo los Ingeniero o la Intendencia. Por eso se “inventó” aquello de Instituto armado, pero integrado de lleno en el Ejército y sujeto a la disciplina militar.

Así han superado, sin desaparecer ocho Constituciones. Durante 48 horas que estuvieron disueltos por Franco después de la Guerra Civil. No les perdonaba el dictador que, en los lugares en los que el Benemérito Instituto no se sublevó, por ejemplo Barcelona, la rebelión fracasase. Luego echó marcha atrás por consejo de Camilo Alonso Vega.

Cierto es que no se  puede aplicar, en tiempo de paz, el mismo reglamento a los guardias civiles, muchos con más de cuarenta años y con hijos, un régimen disciplinario igual que a los militares, pero no es menos cierto que a mayor poder también hay que solicitar mayor responsabilidad y que los ejércitos de hoy día no son los de la época del franquismo ni la guardia civil es tan “caminera” como la de entonces.

Por eso parece razonable el intento del Gobierno de atacar una reforma tan profunda como la que se recoge en el anteproyecto de Ley que acaba con los arrestos disciplinarios directos como puede suceder en un cuartel militar, pero no revoca el carácter militar de la Guardia civil que, a partir de la aprobación de esa reforma, tendrá un régimen disciplinario propio. Hay que profundizar al máximo en la reforma propuesta por el Gobierno, pero sería peligroso y dudosamente positivo un cambio en la filosofía que hizo que este benemérito cuerpo superase hasta ocho constituciones al servicio de la legalidad.
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