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Al menos, cumplir la ley

lunes 22 de enero de 2007, 13:44h
Salimos de unos días preocupantes. Sin que la enumeración equipare unas cosas con otras, ni en su gravedad ni en su trascendencia, lo cierto es que nos hemos encontrado el pasado fin de semana con una manifestación de guardias civiles uniformados, con nuevos excesos de los okupas, con la kale borroka recrudecida y con los enfrentamientos entre ecuatorianos y españoles en Alcorcón (Madrid). Los cuatro temas tienen un denominador común: el incumplimiento flagrante e impune de la ley.

La protesta de guardias civiles traerá, es de creer, consecuencias mayores aún de las conocidas hasta hoy, pero fue una manifestación contraria al Código Militar. Lo de la ‘lucha’ callejera de los jóvenes proetarras va como va: mal y parece imparable. A los okupas incluso parece protegérseles oficialmente. Y las peleas en los grandes pueblos-dormitorio madrileños, donde decenas de miles de inmigrantes conviven pacíficamente con los españoles, ya no son, lamentablemente, cosa nueva: las bandas imponen su ley en esos territorios urbanos aglomerados.

Son temas de meditación para un ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ya suficientemente atribulado. La protesta es posible y hasta deseable en una sociedad democrática sana; pero el incumplimiento de la ley ha de evitarse a toda costa. Y resulta poco alentador para la ciudadanía que, por ejemplo, quienes han de hacer cumplir esa ley sean los primeros en vulnerarla cuando atañe a la defensa de sus derechos, por otra parte muy respetables. Como es francamente desalentador que se anime a que ciertos modelos de ‘okupas’ vulneren las normas sin que nada les ocurra. O la tolerancia excesiva de los tribunales a la hora de sancionar a delincuentes de poca monta, como podrían ser los integrantes de algunas bandas juveniles. De lo de la ‘kale borroka’ mejor ni hablamos…

La lucha contra el terrorismo un puede ser la única ocupación, aunque pueda ser la principal, de todo un Gobierno. Ni de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Se está produciendo una peligrosa escalada de violencia ciudadana, de inseguridad callejera y de insubordinación que alguien tendría que atajar. Y, por no dejar las frases en la incertidumbre, es al ministro Rubalcaba a quien corresponde hacerlo en primer lugar. ¿Dónde está Rubalcaba, que sólo habla de ETA?
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