Alta tensión

Los problemas en el sector eléctrico son sumamente graves. Las cuentas por cerrar que tiene el país alcanzan los miles de millones de dólares. Si se usan índices de corrupción, las empresas distribuidoras no han podido reducir sus pérdidas negras ni han mejorado sus índices de recaudación. Si se usan parámetros de eficiencia, el país sigue quemando cuantiosos recursos a través de la generación térmica.

La interpretación del régimen es que parte de los problemas es el modelo adoptado a mediados de los noventa para mejorar la eficiencia del país. En esa época se nos vendió la idea de que había que segmentar en empresas al sistema eléctrico. Así, el ex INECEL pasó a convertirse en diversas empresas pequeñas.

En cuanto a las empresas de distribución se esperaba que la subdivisión mejoraría su eficiencia técnica y financiera.
 
Sin embargo, luego de más de diez años de aplicación del modelo, los resultados no son los adecuados. Y otra vez ‘papá’ Estado debe salir en rescate del sector.

La propuesta del Gobierno es reconvertir las distribuidoras en una nueva entidad, que bajo los principios de solidaridad permita solucionar el problema que parece más urgente en el sector: la falta de inversión. Aunque se pueda discrepar sobre la conveniencia de una entidad similar al ex INECEL, hace bien en impulsar la inversión en la construcción de centrales hidroeléctricas.

Sin embargo, también cabe preguntarse si la Asamblea entiende la urgencia que, con el barril de petróleo sobre los 130 dólares, tiene el país de invertir en generación hídrica sin trabas. Es decir, sin tener que pedir permiso a cada hijo de vecino para construir nuevas centrales.