Salvo sorpresas de última hora, mi nunca bien ponderada
Pilar Cernuda, decía, 24 horas ates de que comenzar el Congreso del PP, que, en realidad, lo que iba a empezar en la capital mas vanguardista de España, era la clausura del Congreso, que el Congreso, de hecho, ya había terminado con la aceptación claramente mayoritaria del nuevo equipo de
Rajoy. Seguramente tiene razón y algunos comentaristas han coincidido en este análisis. Lo que cabría preguntarse es si esto es bueno o malo.
Porque parece cierto que la "
crisis" del PP ha sido, sobre todo, de personas, de nombres, de pequeñas o grandes vanidades mucho más que de ideas; pero no estoy muy seguro de que una vez superada la batalla por los nombres, no quede nada por debatir. No es necesario recordar que han perdido dos elecciones y que el PP de la última legislatura, sin ser de extrema derecha ni de derecha extrema -esas son calificaciones electoralistas de
Pepiño Blanco, estrategias de cara a la galería- no estuvo a la altura de un partido de centro del Siglo XXI. Se equivocó en muchas cosas, se apartó de sitios en los que hubiera debido estar y estuvo en otros en los que su presencia no era necesaria; es cierto que batalló por cosas que estaban en la base de su ideología, pero también es cierto que en demasiadas ocasiones elevó a categoría cosas que no pasaban de ser anecdóticas. Y todo eso hay que discutirlo y no ignorarlo.

Pero la culpa no la tuvo sólo el PP. Lo mismo que, desde mi punto de vista, ya he dicho sus equivocaciones, habría que reconocer que lo del cordón sanitario, el pacto del Tinell y otra serie de actitudes lideradas por el PSOE, resultaron francamente antidemocráticas y muy penosas para una sociedad que lo que quiere es acuerdos, serenidad, discrepancias pero educación. Dicho esto, empezamos a preguntarnos qué fue antes, el huevo o la gallina, la crispación o el aislamiento. Ya da igual y eso es lo importante.
Podemos comenzar una legislatura difícil por la crisis económica con un PSOE que, para ser justos, también empezó a "
centrarse" y además de forma apresurada poco antes de las elecciones y un PP que desde su ideología conservadora no parece que vaya a caer en los errores de los pasados cuatro años. Naturalmente que no se trata de una "fusión" en el centro del PSOE y el PP, pero tampoco de una confusión permanente. Hay muchas cosas que separan sus proyectos y hay algunas que tendrán, por el bien de todos, deberán solucionar juntos. Y eso es una democracia: la posibilidad de elegir entre criterios distintos pero sabiendo que esos criterios nunca van a perjudicar el bien social, que hay cosas que están por encima de los partidos y sus diferencias. Si PSOE y PP lo entienden así y son capaces de hablar claro pero no a gritos, todos habremos salido ganando.