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Serpientes de verano

lunes 04 de agosto de 2008, 17:52h
Pasar el mes de agosto en Madrid tiene sus ventajas: por única vez en el año, se puede aparcar en casi cualquier parte –y a partir de las 3, sin pagar-; llegas de verdad en diez minutos a donde vayas, hay entradas en cines y teatros, y te libras de la cola en los supermercados. En el trabajo, hay una especie de calma chicha que dulcifica la expresión de los jefes y prácticamente enmudece los teléfonos. Claro que también tiene sus inconvenientes: ni el pollero, ni el frutero, ni el pescadero habitual están abiertos; cuesta Dios y ayuda encontrar una farmacia (abierta, se entiende), y raro es el barrio en el que no hay un par de vecinos aprovechando el verano para hacer obras. Con la consiguiente lluvia de mamporros, martillazos y rugir de taladros.

En el plano informativo, agosto suele ser un mes muy reptiliano. Lo digo porque, a falta de noticias, raro es el año en que no surge alguna serpiente que penetra en los informativos de radios y televisiones y termina asomando por las portadas de los periódicos. Así surgió, sólo un par de años atrás, el famoso  cocodrilo que, según decían, se había visto en un lago de las afueras de la capital, y que tuvo en jaque a, sobre todo, los fotógrafos que intentaban inmortalizarlo y, de paso, demostrar su existencia. Y algo más atrás en el tiempo, y también un poco antes del verano, la madre de todas las serpientes: los fantasmas en el Palacio de Linares.

Tal vez 2008 sea un año propicio a las serpientes, sobre todo por la soledad en que nos vamos a encontrar los periodistas locales durante este agosto, con la presidenta regional de merecidas vacaciones, y el alcalde en Pekín hasta La Paloma, haciendo propaganda de la candidatura olímpica madrileña. Lo dicho: habrá que estar muy atento y despierto para evitar que nos den, ante la falta de actualidad, ofidio por noticia.
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