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Pes@s pesad@s

viernes 15 de agosto de 2008, 13:59h
“En lo que concierne a nuestro deseo, no quisiéramos combatir ni un solo día. Pero si las circunstancias nos obligan a luchar, podemos hacerlo hasta el fin”. (Mao Tse Tung, agosto de 1946)

Con la llegada de las pruebas de atletismo, los Juegos Olímpicos de Beijing se animan. El atletismo, en todas sus disciplinas, es consustancial a los juegos. La razón de ser del citius, altius, fortius. Más lejos. Más alto. Más fuerte. Esta mañana, este no-enviado especial, televisión mediante, se ha colado en la final de halterofilia de damas por debajo de los 75 kilos de peso corporal. No se puede hablar de un bello espectáculo, sino más bien de un documental de National Geographic, sección naturaleza salvaje, apartado hazañas de paquidermos. ¡Qué potencia la de las levantadoras! ¡Qué muslos! ¡Qué zonas lumbares! ¡Qué hombros! ¡Qué todo!... Y, encima, nunca se dan por vencidas hasta que el peso las desequilibra y da con las pesas y sus esperanzas en el suelo.

Nuestra compatriota Lidia Valentín (Ponferrada, El Bierzo, León), con su look (llevaba pendientes blancos redondos, dos piercings, cabello rubio no natural y coletita asimétrica) de guapetona, a la par que robusta, proporcionadamente muy robusta, y desinhibida cajera de supermercado, rascó medalla de bronce. Llegó a levantar, con arrancada, por encima de su cabeza y con los brazos extendidos hasta los 138 kilos de peso, aunque los jueces no lo dieran –injustamente, bajo el punto de vista del observador— por válido y la relegaran a la quinta posición final, en el limbo de los diplomas olímpicos…


El oro, en esta modalidad, con caída de récord mundial, se lo llevó la china Lei Cao con el alzamiento de 154 kilos de peso, en dos tiempos. La haltera china, ya con el oro en el bolsillo, y tras dos minutos de descanso, haciendo honor a la frase de Mao Tse Tung que encabeza esta croniquilla, aún tenía opción a un tercer levantamiento. Y se fue hacia los 159 kilos. No pasó de alzarlos hasta unos 85 ó 90 centímetros del suelo… Intento nulo y oportunidad perdida de ponérselo dificilísimo a sus futuras rivales en los JJOO de Londres 2012.

Hace siglos que no se glosan, al modo de las odas olímpicas de Píndaro, las hazañas de los atletas (ellos y, también ellas) en los estadios. Viendo a las robustas damas de la halterofilia, uno piensa que, ahora y aquí, ese entrañable canalla de Joaquín Sabina tendría tema de inspiración.


Como tema de inspiración, para pasto de documentales, lo tendría el desaparecido comandante Cousteau, con los logros del delfín  humano de Michael Phelps. La monstruosa criaturita acuática de Baltimore (Maryland, USA) ha pulverizado el récord en los 200 metros estilos y se ha hecho con su sexta medalla de oro en estos juegos. Y aún le quedan dos pruebas más. ¿En qué calle de la piscina olímpica nada Phelps? Ni siquiera hace falta quedarse con el número en la pantalla del televisor. Basta con ver un gorrito negro y una mancha de espuma. En sea, justamente en esa calle, está el peso pesado olímpico y la medalla de oro de la prueba.

En busca de medallas andan nuestros (y nuestras, Bibiana) deportistas. El mallorquín Toni Tauler (34 tacos) se ha llevado diploma olímpico –fue sexto—en ciclismo en pista. Y, en los deportes de equipo, los nuestros/as, están pasando, sin grandes dificultades a las series metálicas, las que dan medalla o, al menos, diploma.

Lo dicho. Los JJOO se animan. Los JJOO van a más. Rafa Nadal, dentro de nada, pero cuando esta croniquilla esté subida, juega su semifinal. Mañana, los golden boys del baloncesto español, se enfrentan –sin más consecuencias que la honrilla, ya que ambas selecciones están clasificadas para los cuartos final— a los de EEUU, la flor y nata de la NBA. La flor y nata del baloncesto mundial en la cancha de Beijing. El espectáculo está servido… Y, para las televisiones, negocio redondo.

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