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Dudamel y la Sinfónica Juvenil Simón Bolívar deslumbran a Viena

Dudamel y la Sinfónica Juvenil Simón Bolívar deslumbran a Viena

lunes 01 de septiembre de 2008, 05:38h

Fue el pasado viernes 29 de agosto, cuando una vez más la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar bajo la dirección del maestro Gustavo Dudamel deslumbró al público austriaco durante la clausura del Festival de Salzburgo, demostrando así de qué están hechos los venezolanos.

Ya desde la mañana, se afinaban todos los detalles. Un amplio despliegue de logística y de pruebas acústicas se realizaba para afinar los detalles y así, todo saldría como siempre, perfecto. Los integrantes de la orquesta se dedicaron a ensayar cargando su dosis de adrenalina y Sabin Meyer solista de la Filarmónica de Berlín al escuchar el ensayo de Cuadros de una exposición del compositor Modest Mussorgski desbordaba su emoción con lágrimas al conmoverse con la magistral música que producen estos jóvenes venezolanos.  

El concierto comenzaría a las nueve de la noche en el Grobes Festspielshaus, donde el silencio que caracteriza las avenidas austríacas sería reemplazado por el volcán humano que llevan consigo en cada una de sus presentaciones los chicos de la “Simón Bolívar”.

Sin más preámbulos, comenzaba el derroche de talento quecausó euforia entre el público al escuchar las notas musicales que traspasan el alma de los más serios asistentes y de hasta aquellos que son apáticos al arte.

Entre cada canción el público aplaudía y gritaba sin limite y entre la mezcla de un idioma español - austriaco decían “Bravo”, “Muy bien”, y en varias ocasiones pidieron con ansias tres bis.

Los integrantes de la Simón Bolívar iniciaron la presentación con el concierto en Do mayor de Beethoven para piano, violín y violoncelo, acompañados por la ejecución de la pianista Martha Argerich y los franceses Renaud y Gautier Capucon.

El exigente público extasiado con este inicio aplaudía emocionado, no se esperaba con lo que vendría la Orquesta después de la pausa.

En la segunda parte entro el tutti, estaban en escena 120 músicos todos con la misma magia, para brillar a un mismo son, y así fue. Allí se interpretaron "Cuadros de una exposición" de Modest Mussorgsky, y de esta manera terminaron de enamorar al público. Esto fue el detonante para comenzar la verdadera fiesta,

Porque el maestro Dudamel y su orquesta con la puesta en escena derrumbaron los paradigmas que aseguraban que la música clásica no podía salir de sus parámetros desbordando de energía al auditorio.

Los más de 170 integrantes de la orquesta ejecutaron de forma rotunda "La gran puerta de Kiev", el pasaje final de la obra de Mussorgsky, y que sirvió precisamente para que la Simón Bolívar saliera por la puerta grande del festival.

La ovación en pie del público fue larga y calurosa y el propio Dudamel acompañó a José Antonio Abreu al escenario, donde público y músicos acogieron con una aclamación al fundador del sistema de orquesta juveniles de Venezuela y artífice de la Simón Bolívar.

En declaraciones que el director Gustavo Dudamel rindió a la prensa venezolana presente en el lugar, orgulloso señaló: “la orquesta asumió el reto y lo hizo a otro nivel. Los muchachos trabajan como ninguna otra orquesta, ellos viven por la música, yo también”.

Por su parte, el músico que toca la viola, Luis Velásquez, aseguró al salir de la presentación que se sentía emocionado por la respuesta de los asistentes: “al culminar el concierto la gente gritaba extasiada y no dejaban de pedir otra, la ovación fue inmediata, el público austriaco pide que la orquesta sea residente permanente de este festival”. Estos jóvenes salen de cada concierto repotenciados y preparados para volver a conquistar cada tierra que pisan, con ganas de hacer más de su excelente música.

Los músicos respondieron a un público que pedía más y más, con la tradicional pieza de Bernstein, como todos expertos en el Mambo, ritmo poco habitual en la sala principal de uno de los más famosos festivales del mundo, pero que dejó encantados a los asistentes.

Luego, la Simón Bolívar atacó con algo tan austriaco como la "Marcha Radetzky" de Johann Strauss, y el público respondió cómplice al guiño, acompañando la melodía con sus palmas. Tanto, que el propio Dudamel tuvo que volverse para dirigir también al auditorium marcándoles el ritmo y el momento para sus palmadas.

Al final del recital los músicos bailaron con sus instrumentos y el público agradeció el espectáculo que fusionó calidad musical y frescura, culminando con esta actuación su programa de conciertos como orquesta residente en el Festival de Salzburgo. Pero aquí no termina todo, aún es cuando hay Orquesta para rato, estos chicos siguen su gira, ahora estarán presentes en el Festival Lucerna, para luego ir a otras ciudades de Europa, lugares donde seguirán dejando a su paso boquiabiertos a todos los públicos que los escuchan en sus presentaciones.

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