Tres hechos para este harakiri. El primero es un secreto a voces que corre hace demasiado tiempo: algunas prácticas del periodismo en Bolivia tienen un lado oscuro que nadie del gremio se anima a tocar. El segundo es personal. Mi paso por la televisión me mostró el desdeño empresarial por un periodismo serio (la Tv es 100% cuero, punto. Más datos en www.lamajabarata.blogspot.com). El tercero es la reciente reunión de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano en Monterrey, la semana pasada, para hablar de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en los medios de comunicación. Chino básico. ¿Qué hacen los empresarios de medios? ¿Qué influencia tienen sus acciones sobre aspectos clave para el periodismo como la transparencia de la gestión y la propiedad de los medios, la independencia, el pluralismo y la diversidad en los contenidos o la capacitación y profesionalismo en las salas de redacción? Suficientes dagas para callar. Porque ya basta de rasgarnos las vestiduras. ¿Aceptaremos los periodistas, de una vez por todas, la parte de responsabilidad que nos corresponde en este maltrato del que somos objeto, permitiendo que el propio Presidente de la República encuentre “motivos” para el agravio? ¿Seremos capaces de hablar de tú a tú a los dueños de los medios, defendiendo a muerte la ética periodística? ¿Seremos capaces de limpiar la casa de esos sujetos mafiosos por los que todos pasamos por pecadores?
Me cuentan (mi fuente es fiable y de primera mano) que un par de sujetos, uno visible en la pantalla televisiva y otro en una importante radioemisora, contrabandean contenidos al modo mafioso, es decir, controlan una red de otros “periodistas” que, a cambio del dinero del contratista, elaboran y difunden la información pactada. Mi arrebato moralista resulta insuficiente para construir argumento alguno. Peor aún. Ésta es acaso una anécdota más en el prontuario del periodismo hoy. Y no estoy diciendo nada nuevo. Serán pocos sí, pero suficientes para enlodar un oficio que no merece en absoluto a esa gente. De allí que todo manifiesto personal o gremial en protesta por los agravios a la prensa no sólo resulte fofo sino limitado. Porque nuestra autoridad está seriamente lesionada y porque no hacemos nada para evitarlo.
Más todavía. La ética empresarial de aquellos medios es caldo de cultivo para la práctica de ese periodismo. Por eso, además de mirarnos en el espejo, demando la urgencia de poner en agenda la RSE de los medios de comunicación, como exigencia vital de los periodistas y como derecho fundamental de la sociedad. Porque los medios de comunicación son empresas que elaboran y difunden contenidos de gran impacto social ¿Cuál es entonces su función social? ¿Qué papel desempeñan en la educación, la organización de masas, el empoderamiento de los sectores sociales marginados, la construcción de políticas públicas, la construcción de ciudadanía? ¿Cuál es su responsabilidad social?
Veo algunos periódicos con esperanza. Pienso en la televisión y me hundo. Si para muchas empresas la RSE es aún novedad, para los medios de comunicación es chino básico. Para ellos, el a, b, c, de regalo: “La principal responsabilidad social de los medios es hacer buen periodismo. Entregar a los ciudadanos información que les permita ejercer su libertad. El buen periodismo busca representación de la pluralidad, colaboración en la construcción de la sociedad, participación en la construcción de la agenda pública, análisis de problemáticas más que cubrimiento de fuentes y cumplimiento de los valores periodísticos” (Germán Rey, Programa de Estudios de Periodismo, U. Javeriana).
* Comunicadora
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Tomado de la Edición de La Prensa 08/09/2008
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