Naciones Unidas recibe muchas críticas interesadas porque sirve como justificación de algunos males y actuaciones de quienes pretenden que siempre se cumplan sus objetivos, casi siempre personales y partidistas. Sin embargo, nadie se quiere perder la asistencia en el mes de septiembre a la celebración de la Asamblea General porque es una plataforma excelente para lanzar ideas, propuestas y defender posiciones que normalmente no tendrían demasiada repercusión. Pero más allá de los discursos en esa tribuna verde, lo que realmente es valioso y merece la pena es la posibilidad de mantener con numerosos dirigentes de todo el mundo contactos discretos y sin obligaciones oficiales de agenda, actas y comparecencias ante los medios. Lo más trascendente es que esos encuentros se puedan mantener con cierto secreto entre aquellos políticos de uno u otro país que puedan estar enfrentados. Tienen una oportunidad de confrontar ideas, propuestas, intermediaciones que en numerosos casos han servido para desbloquear conflictos enquistados o evitar una escalada o en el peor de los casos incrementar los problemas, pero clarificando las verdaderas razones e intereses.
Los pasillos, las salas escondidas, la cafetería, en fin, hay numerosos rincones dentro del edificio de Naciones Unidas en la primera avenida de Nueva York para unos cafés que en otras condiciones sería muy complicado organizar, justificar y, sobre todo, explicar sus resultados, tanto si han sido un éxito como un fracaso, y que se irán conociendo en el momento oportuno. Políticos que han experimentado este tipo de encuentros explican que el contacto personal y el dialogo cara a cara ha servido para mejorar la relación con dirigentes que en principio planteaban muchas reticencias por sus declaraciones públicas y sus posicionamientos radicales o poco creíbles. También confiesan el efecto contrario. El que resulta ser un tiburón impresentable e insufrible en persona.
Valga esta experiencia de bastantes años para intentar explicar uno de los muchos valores de una organización como Naciones Unidas que, si me apuran, es ahora más necesaria que nunca, aunque recibe múltiples críticas, tome decisiones dudosas o no las tome y albergue demasiados burócratas.
Hay que señalar que la ONU es lo que los países miembros quieren que sea, teniendo en cuenta que es una organización surgida después de la Segunda Guerra Mundial con una reforma pendiente desde hace años.
Se habla de anécdotas con Trump, pero eso es quedarse en la espuma de la cerveza. Lo realmente relevante es la cerveza, lo que se trabaja, se negocia, se planifica, se ayuda, se disuade, se previene y se intenta curar cuando las heridas, demasiadas en muchos lugares del mundo, se abren y cuestan la vida de muchos seres humanos.