www.diariocritico.com

Petro Bolivarito

lunes 26 de mayo de 2025, 14:03h

Bolivarito nació en 1960 y es un genuino representante del boomer-cuñado. En su adolescencia y juventud se enroló en una banda terrorista de las muchas que nacieron en hispanoamérica en los 70 y 80 y que allí llamaron guerrilla, como restando importancia a su arbitrariedad sanguinaria, como dotando a los terroristas de una cierta épica heroica.

La verdad fue otra, sin embargo. Colombia es un ejemplo paradigmático de país rico que sale adelante a pesar de tener en contra al gobierno, al estado institucional y a un montón de grupúsculos asesinos que se esconden tras siglas rimbombantes. Si Colombia consiguiera liberarse de la corrupción sistémica que padece y que va desde el muchacho que mendiga unas monedas para esnifar pegamento hasta el mismo presidente de la república, sería una potencia mundial.

Los colombianos tienen asimilado el sistema y, de hecho, si uno cualquiera es víctima de robo o estafa la frase hecha es “No haber dado papaya”. Dar papaya quiere decir descuidar la vigilancia permanente o dejar algún flanco abierto por el que los malos puedan entrar. Dicho así hasta parece tener sentido, pero la realidad es que el statu quo “No dar papaya” es la respuesta de un país a un sistema que no lo protege y, así, ir hablando con el celular por las calles de Bogotá, sacar dinero de un cajero en la calle o conducir con la ventanilla bajada dejan de ser actos inocuos e inertes para convertirse en estigma si te roban el móvil, las tarjetas o el reloj y por toda respuesta sólo escuchas “Ah, no haber dado papaya”.

Colombia es un país de no creérselo: recursos naturales de todo tipo y en abundancia: oro, níquel, cobre, plata, platino, petróleo, carbón, esmeraldas; ríos, lagos y acuíferos subterráneos, gas natural, recursos hídricos y energéticos, fauna, flora y biodiversidad como pocos otros en el mundo. Y su gente, buena gente en general, son reconocidos en España como personas serias, trabajadoras, atentas y con un español que maravilla escuchar.

Bolivarito suele ir trabado de coca según carta abierta de su ex canciller Álvaro Leyva. Es difícil saberlo con certeza sin un análisis de sustancias, pero su comportamiento público es errático y tan pronto está eufórico como deprimido o cabreado, lo que es muy claro simplemente siguiendo la estela de los twits que dispara con profusión: he llegado a contar más de 100 twits en un solo día laborable. A 3 minutos por unidad, eso da 5 horas tecleando, la mitad de una jornada larga y uno, ingenuo, se pregunta ¿Y quién gobierna el país?

Bolivarito se cree Bolívar del mismo modo que en Europa en cada manicomio hay uno que se cree Napoleón. Incluso ha posado varias veces con la espada fake del prócer hispanoamericano porque, en su delirio cocalero, Bolivarito cree que la falsa espada de Bolívar le infundirá algún tipo de fuerza o le transferirá un poder del que carecería incluso siendo la verdadera espada de Bolívar.

Bolivarito, inculto, sin moral ni anclaje ético, ahora está enrabietado porque el legislativo le ha ha tumbado una reforma laboral y pensional que, analizada someramente, muestra una debilidad pasmosa: es insostenible matemáticamente. Bolivarito, de vacaciones pagadas por China y el Vaticano, con una troupe de familiares mendicantes que hay que tener el cuajo de una vaca para pasearlos por medio mundo sin sentir un ápice de vergüenza, gobierna a golpe de twit, faltas de ortografía y populismo. Tras su gira mundial, Petro ha decidido movilizar a las bases, a la gente en la calle. Bolivarito, como buen majadero, cree que ha inventado el agua mojada y se ha lanzado a remover las bajas pasiones de la gente y soliviantarlos contra el legislativo sólo porque a él, un fascista bolivariano de libro, no le gusta lo que han decidido las cámaras de la soberanía nacional. A Bolivarito eso le da igual, como todo más o menos, porque otro de los efectos secundarios del consumo continuado de cocaína es el deterioro del hipocampo y del córtex prefrontal. En plata, Bolivarito no puede tomar buenas decisiones por la ofuscación del alcaloide, el deterioro cognitivo de años de consumo intensivo y su rabia desfondada y desnortada que solo llevan a Colombia a una fosa más profunda de la que ya padece. Menos mal que no se puede volver a presentar.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
5 comentarios