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En attendant Tina

miércoles 14 de septiembre de 2022, 11:16h

Desde el 15 de julio pasado, y hasta el próximo 2 de octubre, el Museo Cerralbo expone la obra fotográfica de Tina Modotti, pionera del fotoperiodismo social, personaje singularísimo, una de las más grandes figuras de la fotografía del siglo XX, y por ende estrechamente ligada a uno de los periodos más dramáticos de la historia de España.

Nacida en 1896 en Údine, región italiana de Friul-Venecai Julia, a los diecisiete años emigró a Estados Unidos, donde, en la ciudad del San Francisco, ya la esperaban su padre y su hermana mayor, como paso previo a la reunión de la prole familiar al completo.

Tina Modotti protagonista de The Tiger´s Coat
Tina Modotti protagonista de The Tiger´s Coat

Empleada como costurera en una manufacturera local, sus inquietudes artísticas la llevan a la interpretación en los grupos de teatro locales, formados por emigrantes italianos, y poco después al gran Hollywood del cine mudo, donde en 1920 consigue un papel protagonista en la cinta The Tiger’s Coat, del entonces muy afamado director Roy Clemens. En los años siguientes protagonizaría los filmes Riding whith Death, de Jacques Jaccard y I can explain, de George D. Baker, pero cansada de los papeles tópicos como mujer de belleza exótica o de vampiresa que le asignan, abandona la gran pantalla para dedicarse al diseño del alta costura, se casa con el poeta Roubaix de L’Abrie Richey, y, cuando este fallece a principios de 1922 se traslada a México donde haría la mayor parte de su carrera como fotógrafa, acompañada primero de su nueva pareja, el gran Edward Weston, para después iniciar su propio discurso estético, pasando del periodismo fotográfico romántico (1923-1926) al revolucionario (1926-1930). De las delicadas imágenes de enhiestos de lirios; de graciosas macetas de geranios; de los vasos perfectamente apilados y tomados desde un punto de vista cenital; de nopales en forma de corazón; de alcatraces, calas o flor de jarro; de las delicadas rosas levemente cubiertas del rocío de la mañana; pasa a las fotos duras y llamativas, aunque sin el menor asomo de “tipismo”, de campesinas pobres rodeadas de su prole infantil; de indígenas en sus entornos; de niños que pululan por las calles desharrapados, hambrientos y sin horizontes; al pueblo unido en sus demandas de justicia social. Y de ahí, sin transición, a las tomas de murales que aspiran a ser arte para todos y no producto de consumo elitista; incluso de paredones pintados donde ella misma, como en El arsenal, de Diego Rivera, aparece repartiendo armas a las masas revolucionarias; de sombreros charros flanqueados por hoces y martillos; o de estrellas proletarias insertadas en diferentes contextos.

Uno de sus más preclaros biógrafos, Pino Cacucci, explica sobre el momento y circunstancia: “El interés por los problemas sociales se convierte en pasión política, y dentro de ella aumentan las dudas sobre la relación entre el arte y su compromiso militante. La experimentación y la investigación ya no le bastan, llega al convencimiento de que también la fotografía, sobre todo la fotografía, debe expresar algo que vaya más allá del formalismo estético, que ahora está tendiendo hacia el enrarecimiento, a la abstracción pura. Siente que debe incidir sobre la realidad, representándola en sus aspectos más controvertidos, recogiendo su malestar exaltando la fuerza de la rebelión, donde quiera que se manifieste”.

Desnudo de Tina fotografía de Edward Weston
Desnudo de Tina fotografía de Edward Weston

En enero de 1929 se ve absurdamente envuelta en el asesinato de su entonces amante el comunista cubano Julio Antonio Mella y la prensa amarilla aprovecha para sacar a relucir las fotos de desnudos que en su momento le había hecho Weston. Diego Ribera, entonces una gran autoridad respetada por el poder como artista y activista político, interviene a su favor ante el juez y ante el director del diario El Excelsior, que lidera la campaña difamatoria. Les dice que si quieren ver más desnudos de Tina, deben pasarse por la Universidad de Chapingo, donde le ha servido como modelo en varios murales. El asunto queda en nada, pero un año después y tras el fallido intento de atentado contra el Presidente recién electo Pascual Ortiz Rubio, es víctima de la oleada de anticomunismo que surge en el país y es deportada hacía Estados Unidos. Pero allí, considerándola una “peligrosa revolucionaria”, no la admiten. Tras ser igualmente rechazada en Cuba y en Holanda, finalmente recala en Berlín, donde el Partido Comunista alemán le ha conseguido un visado de estancia de seis meses. Transcurrido ese tiempo se ve obligada a emigrar a la Unión Soviética donde no tardará en encabezar, junto a Clara Zetkin y Elena Stásova, la organización Socorro Rojo Internacional (SRI). Viaja por toda Europa dando mítines en fábricas y organizaciones feministas, para, finalmente, recalar en España en 1936, tras el Golpe de Estado militar.

Se afilia a Quinto Regimiento, en la calle de Francos Rodríguez, donde conoce a Miguel Hernández, y empieza a trabajar en el Hospital de Obreros de Maudes, convertido en hospital de sangre. Con el médico canadiense Norman Bethune, colabora como asistente en la unidad móvil de transfusiones que él mismo ha diseñado y asiste horrorizada a la masacre, conocida como “la Desbandá, perpetrada en febrero de 1937 por las tropas sublevadas y sus colaboradores italo-alemanes contra la población civil que huye por la sinuosa carretera de Málaga a Almería, y en la que son asesinados entre tres y cinco mil ancianos, mujeres y niños.

Mural 'Tierra Oprimida' de Diego Ribera
Mural 'Tierra Oprimida' de Diego Ribera

Ese mismo año, en julio, organiza en Valencia el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, donde decide publicar el poemario de Hernández Viento del pueblo, que de forma pionera se ilustra con fotografías, la mayor parte de ellas anónimas.

Perdida la guerra, regresa a la capital de México donde dejará de existir el 5 de enero de 1942. La entierran en la sección más pobre del Panteón de Dolores. Pablo Neruda, por aquel entonces cónsul general del gobierno chileno, acude consternado y recita ante su tumba un poema cuyas primeras líneas quedarán grabadas en la losa: “Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes:/ tal vez tu corazón oye crecer la rosa/ de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa. / Descansa dulcemente, hermana”.

Hace ochenta años que Tina Modotti y Miguel Hernández dejaron de existir. En la efeméride, la Fundación Legado Miguel Hernández que gestiona la Diputación de Jaén, prepara la edición de un libro sobre sus vidas casi paralelas. Por su parte la Asociación Vecinal de Tetuán va a colocar una placa en su memoria cerca de donde estuvo el Quinto Regimiento, en el colegio de los Salesianos de Estrecho. En attendant tales venturosas iniciativas.

Exposición de Tina Modotti
Exposición de Tina Modotti

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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