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Libiamo, Fernando Argenta

Libiamo, Fernando Argenta

miércoles 30 de julio de 2008, 21:05h
Libiamo, Fernando Argenta, libiamo me´lieti calici… No se me ocurre mejor final a tus 32 años de “Clásicos Populares” que brindar con el brindis de “La Traviata” –“bebamos alegremente de este vaso…”- por lo mucho que hemos disfrutado tus oyentes durante tanto tiempo. Ha sido una fiesta aunque menos cortesana y libertina que la imaginada por Verdi para su ópera, pero lo cierto es que lo hemos pasado muy bien. Y eso sí que merece beber alegremente. Lo único que siento es que no me sé la letra ni tampoco sé cantar. Pero te aseguro que llevo todo el día tarareando y silbando “La Traviata” después de escuchar tus últimas horas al micrófono. Es verdad  que no hay quien me aguante a muchos metros a la redonda. Pero eso, mi querido amigo de las ondas, es culpa tuya.

Lo grande de tu programa es que nos has hecho soltarnos en la música clásica a muchos que andábamos acoquinados ante tanto erudito y cultísimo locutor y profesor de música que, desde lo alto de su exclusiva sabiduría, hablaba como perdonándonos la vida a quienes no sabemos leer un pentagrama, ni la técnica del uso de las corcheas o jamás hemos distinguido bien los tempos de una composición musical.

Acercar la música clásica parecía un placer solo reservado a tan exclusivos como cursis y atiplados ciudadanos que ocupaban los programas de radio y televisión antes de que empezarais vuestra hermosa aventura radiofónica.
Conectado a “Clásicos populares” he conocido un sinfín de maravillas musicales y he pasado grandes momentos en los que se me iban los brazos emulando, sin batuta ni conocimiento alguno, a von Karajan o dando la entrada al gran Pavarotti para que iniciara el Nessun dorma o haciendo imaginarias señas en el aire al coro de los esclavos del Nabuco de Verdi. Todo con los auriculares empotrados en los oídos y mientras me encontraba en los lugares más insospechados: en el coche, parado ante un semáforo en rojo; en la redacción en la que trabajo, en el gimnasio, donde suelto adrenalina…Definitivamente gracias a ti y a tu equipo los Mozart, Haendel, Strauss, Verdi, Puccini, la Callas, Plácido Domingo o aquellos gallos horrendos de tenores y sopranos que seleccionabas para la “campaña pro lluvia” –¿te acuerdas?- empezaron a formar parte de mi vida cotidiana. En cualquier lugar, en cualquier momento.

Hay además un día al año en el que escucharte es como participar en una ceremonia religiosa. Todas las mañanas del 1 de Enero una de tus seguidoras ocasionales se plantaba ante el televisor para ver el concierto de Año Nuevo. Quitaba el sonido y sintonizaba en la minicadena Radio Clásica. Entonces si disparaba  el volumen para escuchar la música y tu narración entre vals y vals. Disfrutaba tanto de la belleza del concierto como de tus divertidos e ingeniosos comentarios tan desmitificadores y que humanizaban tanto el hermoso y exclusivo show vienés. Desde hace cuatro años falta a la cita porque ya no está entre nosotros. Te aseguro que cada día primero de esos cuatro últimos años yo recuperaba oyéndote, y, ante la radio y el televisor, mucha de la magia de aquellos años felices con una inmensa emoción. Gracias, Fernando Argenta por ayudarme a aficionarme a la música y estar con nosotros en esos momentos que nunca voy a olvidar. Ahora te prejubilan y mira que lo siento. No saben lo que hacen. Pero no debemos perder ni un solo minuto en lamentos. No se lo merecen. Libiamo, Fernando Argenta, libiamo por esa inmensa fiesta que nos hemos dado durante los 32 años que ha durado el programa radiofónico “Clásicos Populares”.
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