Cincuenta años es mucho

   Recuerdo un momento en mi vida profesional en el que sufrí un auténtico shock, y fue cuando fui a Cuba a hacer un reportaje sobre la crisis de los balseros. Confieso que a Cuba la tenía más mitificada que a la Unión Soviética, y que admiraba a Fidel y al Che, como iconos de la revolución. Pero allí, en las playas cubanas, vi cómo gente corriente armaba una balsa con una tabla y dos ruedas y se lanzaba al mar jugándose la vida porque la vida que allí vivían creían que no merecía la pena vivir. Muchos de aquellos balseros terminaban devorados por los tiburones que habitan en aquellas aguas, pero ni siquiera esas noticias tenebrosas desanimaban a quienes preferían esa posibildiad que continuar en aquella cárcel un día más.

   Regresé de Cuba con el mito de Fidel hecho pedazos y trasladando mi admiración hacia todos todos aquellos que cada día se juegan la vida y la de sus familias luchando desde dentro por los derechos humanos y la libertad.

   Ahora la revolución cumple cincuenta años, Fidel está muy enfermo, y el país aguarda expectante un futuro que saben próximo. Porque cuando Fidel Castro ya no esté, el regimen se caerá como un castillo de naipes, no quedará nada en pie. Cincuenta años de sufrimiento y de falta de libertad darán irremediablemente paso a un país donde los propios cubanos se hagan con las riendas de su futuro. Y sí, serán los cubanos de dentro, los que no están en el exilio los que hagan el cambio. Serán los cubanos de dentro los que harán su propia transición y pondrán en marcha un régimen democrático. Y ese momento, por la edad de Fidel, no puede estar muy lejos.

   Lo que sí me resulta sorprendente es que en nuestro país el pasado fin de semana hayan salido a la calle más de un centenar de personas en apoyo a la Revolución cubana. Pero sobre todo que esas personas haciendo un derroche de cinismo hayan tenido la desvergüenza de decir que en Cuba hay libertad, que allí no pasa nada. Por si fuera poco al frente de la manifestación estaba el nuevo líder de IU, Cayo Lara.

   Quienes dicen que en Cuba hay libertad mienten y lo saben. En Cuba hay presos políticos cuyo único pecado es ser demócratas y pedir elecciones libres. En Cuba no hay libertad de expresión. En Cuba los ciudadanos no pueden circular libremente, y el colmo es que el régimen no les permite salir del país. Cuba es una dictadura. Pudo ser otra cosa, sí, pero al final ha devenido en dictadura. Fidel fue capaz de aglutinar los deseos de libertad y de recuperar la dignidad de todo un pueblo que estaba bajo la bota de un dictador, Batista, pero al final ha terminado poniendo bajo su bota al mismo pueblo que liberó. Ha sido Fidel el que ha acabado con el mito de Fidel, traicionando la revolución. Podemos echar la culpa a Estados Unidos de su necedad por el bloqueo contra Cuba, pero la falta de libertad no la justifica el bloqueo.

   Me sorprende que la izquierda de nuestro país se agarre a viejos mitos y mantenga la ficción de que Cuba es un país revolucionario. No lo es, es sólo una cárcel de la que no quedará nada el día en que ya no esté Fidel. Y me sorprende también que la izquierda española no apoye a los disidentes, a quienes luchan contra el dictador,a quienes sufren persecución, a los periodistas que están en la cárcel por defender la libertad de expresión.

   Me sorprende, ya digo, que la izquierda sea tan conservadora y por tanto incapaz de revisar los viejos mitos y reconocer que lo de Fidel ha sido un fracaso. Y reconocer esto no es estar a favor de la derecha cubana, ni de la errónea política norteamericana respecto a Cuba, es sencillamente reconocer la verdad.

   La revolución cubana estaba cargada de razón y de esperanza, era una necesidad para acabar con aquella Cuba de Batista, pero dicho esto, hay que añadir que quienes fueron capaces de lo más difícil, hacer y ganar la revolución, luego la traicionaron convirtiendo a Cuba en una cárcel para los propios cubanos. Nadie que sea intelectualmente honrado y viaje a Cuba puede dejar de reconocer que allí ni hay libertad ni se respetan los derechos humanos.