Me suele pasar que siempre me inclino a defender a la parte más débil, a la que más se empeña, a la que más sufre en una relación. Soy así de romántica, qué se le va a hacer. Así que cuando veo que en una relación bilateral uno pone más empeño que el otro, me inclino por el que más quiere, más se empeña o más ama.
¿Quién no ha compadecido a un amigo o amiga que ha sufrido un plantón? ¿Quién no se desespera viendo cómo alguien querido se afana a una relación a todas luces desigual? Todos hemos pasado por eso, no me digan que no. Y no me digan que no es triste, desalentador e injusto. Pero el amor es ciego, qué se le va a hacer. El amor no entiende de venganzas ni de las risas ajenas. Por eso hoy estoy con Zapatero que ha sufrido el plantón de su amado Obama en sus propias carnes y, para más inri, publicado en toda la prensa internacional. Obama pasa de él y no viene a la cumbre a Madrid por mucho presidente de la UE que sea. Desde las fotos de los cuernos de Daniel Ducret a Estefanía de Mónaco con una cabaretera en una piscina, no se había cometido semejante escarnio a nivel internacional. ¡¡¡Esto es muy fuerte!!!
Zapatero está triste, Zapatero tiene el corazón roto, pero olé mi Zapatero que ha sacado su orgullo patrio y cuál paso de Virgen de Semana Santa camina erguido sorbiéndose los mocos y diciendo: “aquí no ha pasado nada”. Los españoles no olvidaremos fácilmente esta afrenta porque encima nos hemos enterado por la prensa, el Obama más cobarde no ha querido plantarle cara al humillado José Luis. Esto es peor que las fotos de Interviú de Mar Flores en la cama con el conde Lecquio.
¿Y qué me dicen del orgullo mancillado de Leire Pajín? Leire hace en esta historia el papel de orgullosa madre de la novia que se pavonea en el club de Golf enseñando fotos de su futuro yerno para pasar la vergüenza de ver el plantón ante el altar. El acontecimiento planetario se ha esfumado con el viento. Pobre Leyre. Este acontecimiento sí que es histórico, el del caso omiso de un presidente de Estados Unidos a uno de la UE. Si es que estamos gafados. ¡¡Cachis!!
Y encima el cachondeo del vecindario, que eso es lo peor, claro. Gideon Rachman, en el periódico The Economist ha tenido la osadía de comparar a nuestro presidente planetario con Jonh Travolta en Grease. Ya saben, en la película hace cualquier cosa, incluido hacer deporte, para conquistar a Sandy. Y ZP hace lo mismo con Obama, incluso hasta rezar.
Tanta crueldad no puede ser buena. Ahora que ya nos habíamos librado un poco del estereotipo de país ligado a los toros, las palmas y el flamenquito, van y nos empiezan a ligar con un presidente al que tratan poco mejor que al tonto del pueblo. Así no se puede.
ZP; te doy el consejo que te ha dado Soraya: hoy en el desayuno de oración reza para arreglar un poco este desaguisado. ¡¡WA DC bien vale una misa!!
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