Si algo se demuestra con la jornada de
este lunes es que existen dos caras bien enfrentadas de la actual
Barcelona. Una, la representa esa Barcelona moderna, cosmopolita,
vanguardística. Otra, la que últimamente se ha convertido en la
capital de la ofensiva independentista fuera de foco, apartando los
problemas reales de la sociedad catalana y que no se ocupa ni
preocupa de su verdadera mancha: la corrupción, perfectamente
retratada en el 'caso Pujol'.
Así las cosas, este lunes se inaugura
el
Mobile World Congress, el cual se celebrará hasta el jueves 5 de
esta semana, y supone que todo el mundo tecnológico, todo el
planeta, se fije en la capital catalana durante unos días. Para que
entendamos la enorme trascendencia del evento, hay que incidir en el
hecho de que este Congreso Mundial de Móviles llenará los hoteles
de Barcelona y a disparado los precios de las habitaciones que, a
veces, alcanzan precios astronómicos, como los 4.029 euros que cobra
un céntrico hostal por una noche, cuyo precio normal es de 51 euros.
También queda bien retratado por las
palabras del Rey,
Felipe VI, que en una recepción ante
personalidades inauguró el acto este domingo dejando claro el papel
de Barcelona como "referente del mejor empuje español" y
ejemplo de emprendedores. Lo dijo, por cierto, ante
Artur Mas,
presente en esta bienvenida al evento.
Sin embargo, la otra Barcelona, la otra
Cataluña en definitiva, es la que se representa por otros hechos
nada cómodos para nadie y que sacan los colores a la imagen de la
ciudad a nivel internacional. Hablamos de la Barcelona capital de la
ofensiva independentista, la que da inseguridad política a la
ciudadanía, e inseguridad jurídica y económica a empresas e
inversores.
Ese futuro incierto se empaña aún más
si cabe con el 'caso
Pujol'. Una familia que fue bandera y ejemplo de
Cataluña, ahora se ve las caras en lugares mucho menos cómodos que
las cenas y recepciones con altas personalidades. Sin ir más lejos,
este lunes el ex diputado de CiU
Oriol Pujol vuelve al Parlament
catalán, junto a sus hermanos Marta y Pere, en esta ocasión para
comparecer ante la comisión que investiga la fortuna oculta de su
familia, en la que también está emplazado a dar cuenta de su
implicación en el caso de las ITV.
Una pena ver una Barcelona de dos
velocidades, que podría y debería pasar página a esta negra etapa
investigando sin rubor cualquier posible y presunto atisbo de
corrupción, dando así la seguridad que la sociedad necesita. Y
también, una Cataluña más abierta y menos enconada en su chantaje
independentista que CiU y ERC encabezan, frenando así su progresión
económica y minando la mejoría social de sus ciudadanos.