En Cartagena de Indias, en el siglo XVII, predicó el español San Pedro Claver, patrón de los esclavos. Ayudó a los africanos a sobrevivir y a conocer la religión cristiana y la lengua española, evitando su aislamiento (que fue lo que pasó a los africanos del Caribe francófono y anglófono).
En la misma ciudad colombiana, este fin de semana, el líder de la oposición política española, Mariano Rajoy, ha lanzado un mensaje de valor universal, en defensa de los desfavorecidos, en la lucha contra la pobreza y contra la exclusión social.
Al visitar un proyecto de cooperación al desarrollo, dedicado a jóvenes madres afrodescendientes, ha podido conocer in situ la realidad de la pobreza. Y, lo que quizás es más importante, ha podido conocer las soluciones a los problemas de tantas personas que sufren.
El trabajo conjunto de la fundación colombiana Juan Felipe Gómez Escobar y la española Humanismo y Democracia (H+D), con financiación del Ayuntamiento de Madrid, es una muestra de lo que se está haciendo en el mundo para mejorar el bienestar de personas concretas, de familias enteras, aumentando sus condiciones de vida y su capacidad de desarrollo.
El compromiso de un líder político con la realidad más cruda es toda una declaración ideológica. Es el compromiso con el ser humano en toda su dimensión. Es el compromiso por apoyar a las instituciones que defienden los derechos humanos. Es el compromiso por el futuro de los españoles y de los no españoles. Es el compromiso por seguir trabajando por el bien común, desde el reconocimiento de la dignidad de la persona, de su derecho a la vida, de su derecho a la educación y de su derecho al progreso.
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