Un sabor tremendamente amargo, ya que el presidente de la República francesa estaba pasando estos años como un gran líder incuestionable e intocable en Europa, sobre todo en la labor internacional de la gestión de la crisis económica. Pero los franceses no opinan lo mismo. La izquierda ha vapuleado al presidente y líder de la derecha liberal con una victoria aplastante, con un 54% de los votos en las elecciones regionales.
Su consuelo, como el caso que ahora veremos de
Zapatero, es que no tiene que enfrentarse a las urnas hasta 2012, ya que comenzó mandato en 2007 y las elecciones presidenciales se celebran cada 5 años. Sin embargo, quien podría pagar la derrota es su primer ministro,
François Fillon, posible chivo expiatorio del fracaso electoral. Una forma también, dicen las malas lenguas, de
Sarkozy, de quitarse de en medio a un rival directo en su partido.
En el ámbito nacional, Zapatero tuvo más suerte al comenzar su segundo mandato al frente de Moncloa justo al comienzo de la crisis, o cuando ésta aún se consideraba una "desaceleración" económica. El caso es que ganó en las urnas ampliando márgenes de distancia con el PP y de momento vive de esas buenas rentas de marzo de 2008. Con 4 años por delante, ha visto cómo su popularidad ha ido reduciéndose hasta que el PSOE lleva casi un año muy por debajo del PP en las encuestas. Los últimos sondeos señalan que esa distancia es de aproximadamente entre 4 y 5 puntos, bastante importante.
La parte positiva es que tiene casi dos años por delante para arreglar la situación, mejorar en las encuestas o buscar apoyos. Eso sí, con unas elecciones autonómicas y municipales en la primavera de 2011 por delante que podrían servir de 'verdugo' político para el líder socialista. Aunque tampoco debería relajarse
Mariano Rajoy, líder de la oposición, ya que si el caso francés puede servir de ejemplo, demuestra que la izquierda está viviendo un resurgimiento tras un último lustro, aproximadamente, desastroso en toda Europa.
Otros casos
Menor desgaste está sufriendo
Angela Merkel en Alemania, aunque también ha visto cómo su partido ha ido perdiendo apoyos en diferentes comicios regionales en su país. Caso distinto es el del británico
Gordon Brown quien, pese a la mejoría en las encuestas tras una catastrófica situación, parece no tener ningún futuro político en la próxima legislatura.
Por último, el otro gran líder europeo, el italiano
Silvio Berlusconi, es quien vive al margen de las grandes líneas que tanto condicionan a sus compañeros. Su carisma está por encima de la crisis económica y su gestión, y pese a tener tantos detractores como seguidores, parece que nada le aparta de momento de la jefatura de gobierno. Además, el lamentable incidente de agresión sufrido en carne -nunca mejor dicho-, supuso un impulso a su liderazgo.
También en un plano distinto está el presidente de los Estados Unidos,
Barack Obama. Si bien su estrella con la que llegó a la Casa Blanca ha perdido brillo y poder, los índices de popularidad no han bajado tanto como para hablar de una figura política arruinada o que haya provocado una decepción. Es cierto que muchas de sus promesas rupturistas no han llegado, y la última, la tan manida reforma sanitaria, ha salido adelante contra viento y marea. Obama está, decíamos, en un plano distinto porque el contexto es radicalmente diferente al de Europa. Además, en cuanto a la gestión de la crisis económica, su papel se ha determinado como bastante eficiente y positivo. En EEUU comenzó la crisis y, parece, que también allí empezó la recuperación.
En definitiva, cada celebración electoral en el continente se mirará con lupa. Sólo en Portugal y Grecia han renovado relativamente poco sus gobiernos, así que los gobernantes en Alemania, Reino Unido, Francia, España e Italia están con los ojos bien fijados en la suerte de sus compañeros.
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