El macarrismo nada hospitalario

Así como hubo un “macartismo” después de la II Guerra Mundial en Estados Unidos, y se buscaban rojos por todas partes, (en especial en el cine de Hollywood), en los hospitales madrileños se está viviendo un “macarrismo nada hospitalario”. Me refiero a la constante bronca cada vez que aparece el consejero de Sanidad, una tensión física que se masca en el ambiente y que sería bueno conocer su origen. Haría bien el PSOE, e IU, en condenar los ataques a Güemes.

Al consejero se le puede criticar la gestión, (de hecho se debe, sobre todo cuando no cree en los sindicatos y dice que con su sueldo se haría otro hospital, ¡claro, y con el sueldo del consejero se harían otras cosas!, pero es que así funciona la democracia-Morgan).

Pero no se puede consentir que le conviertan en una figura del pim-pam-pum sindical. Cualquier día un tonto hará una tontería y, entonces, quedará institucionalizado el “sacuda a su candidato menos favorito”. La democracia es un argumento bastante ligero como para convertirla en el trompazo a discreción.

Las imágenes de bronca canalla no me gustan nada, y creo que hacen flaco favor a la política regional que siempre ha transcurrido por otros cauces.

Es en la Asamblea donde se le debe tirar al consejero de la bata en función de los resultados que tenga la sanidad madrileña, no en los hospitales donde recuerdo existe la obligación de guardar si-len-cio.