www.diariocritico.com

Ruidos diferentes

jueves 17 de abril de 2008, 13:10h
La noche del miércoles dormí en Valencia y, después de acostarme, escuché los petardos de las celebraciones, con lo que -aun sin ver el final del partido- colegí que el Getafe había perdido, y el Valencia se había llevado la Copa del Rey. No hacía mucho, estuve en la boda del hijo de un amigo, y al llegar a la catedral, otra pareja salía de recibir el sacramento del matrimonio, y era recibido con una pequeña mascletá, que llenó de sonoridades festivas la plaza.

Joaquín Prat, hijo del inolvidable Joaquín Prat, medio valenciano, medio danés, con unas gotas de madrileño, siente la misma pasión por la pólvora que emocionaba a su padre, y le he escuchado alguna vez intentar explicarme lo que es inexplicable para quien no ha nacido y se ha criado en el fragor de la pólvora de las celebraciones: ese arrebato que lleva a que la ilusión explote en un petardo.

A la mañana siguiente me desperté con el eco de otra explosión bien diferente: el último atentado de ETA en el País Vasco. No voy a insistir en lo obvio, en la enorme diferencia entre la fiesta y el crimen, entre la alegría y el odio, pero la secuencia del tiempo lo hacía más evidente.

Hablé con periodistas valencianos. Tramitaban la noticia de lo ocurrido en el Norte a través de ese fastidio que produce el encuentro con algo tan desagradable como rutinario. Porque es rutinario lo que se repite, por muy espantoso que sea su cariz. Y me imaginé un País Vasco en el que, algún día, los únicos ruidos de explosión sean los pirotécnicos, los fuegos artificiales extendiendo sus ramos de colores sobre el cielo, mientras los ecos rotundos de la pólvora festiva animan el ambiente.

Espero verlo. Y coincido con Pérez Rubalcaba en que nos quedan todavía por escuchar muchos de esos ruidos criminales que no son epílogo de celebración, sino preludio de llanto.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios