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El impacto en el clima

El impacto en el clima

viernes 14 de diciembre de 2007, 19:39h

El cambio climático representa el mayor reto ambiental con efectos contrastados sobre la economía global, el medio ambiente, la salud y el bienestar social. Promover respuestas al cambio climático ya no es un asunto de precaución sino una imperiosa necesidad.

2007 marca un antes y un después: nunca se había producido un reconocimiento tan notable como ahora sobre la evidencia del cambio climático ni sobre el alcance de las medidas que, entre todos, debemos poner en práctica; nunca este debate ha estado tan documentado y nunca ha sido tan demandada una respuesta, gracias, en especial, al magnífico informe del IPCC.

En dicho informe resulta evidente la dimensión económica y social del cambio climático. Y es que las políticas de mitigación y adaptación son, en todo caso, positivas; favorecen un modelo económico más equilibrado, un aprovechamiento más adecuado de las fuentes de energía locales, acentuando el protagonismo de las renovables… mejoran la calidad de vida de los ciudadanos -reduciendo la contaminación-; favorecen el desarrollo tecnológico, la competitividad de las empresas y el empleo cualificado. Además, la valoración temprana de la vulnerabilidad permite orientar mejor las inversiones, al considerar adecuadamente las condiciones climatológicas y las modificaciones previsibles en los ecosistemas y en la disponibilidad de los recursos naturales.

El actual Gobierno de España está integrando, cada vez más, el cambio climático en todas las políticas sectoriales. A pesar de la aparente dificultad, estamos convencidos de que invertimos en nuestro futuro, en nuestra salud y en la competitividad de nuestras empresas. Nuestro compromiso es el de recuperar, cuanto antes, el tiempo perdido para cumplir con nuestro objetivo dentro del Protocolo de Kioto, y seguir avanzando hacia la necesaria substitución de los combustibles fósiles, dentro y fuera de nuestro país.

Apostamos con fuerza por las energías renovables, y así hoy un buen número de compañías españolas son ya líderes a nivel mundial. Hemos estimulado comportamientos eficientes mediante la asignación ajustada de derechos de emisión a las empresas, aprovechando el incipiente mercado de carbono. Estamos promoviendo, en colaboración con las autoridades regionales y locales, medidas para la reducción de emisiones y, desde este año, todas las viviendas se construyen incorporando energía solar y requisitos de máxima eficiencia energética. Todo ello lo hacemos a través del diálogo social, implicando a empresarios y sindicatos, para preservar la competitividad, la cohesión social y la creación de empleo. Así, hemos conseguido los primeros resultados: la demanda real de energía primaria disminuyó en 2006 un 1,3 % con respecto al año anterior en un contexto de intensa creación de empleo y de fuerte crecimiento económico, cercano al 4 %, y por primera vez desde 1997 se redujeron en España las emisiones de gases de efecto invernadero. Por ello, consideramos también oportuna una mención específica a la importancia de la creación de empleo y del diálogo social en la declaración final de esta cumbre.

Desde hace dos años trabajamos en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, priorizando el enfoque transversal en materia de escenarios climáticos, gestión del agua, del litoral y de la biodiversidad, así como en los efectos del cambio climático en la salud, los bosques, el turismo y la agricultura.
Reconocemos el papel estratégico de la investigación. Cambio climático y energía limpia constituye uno de los cinco ámbitos prioritarios del nuevo Plan Nacional de I+D para el periodo 2008-2011.

Pero  lo que hoy nos reclaman nuestros ciudadanos es que seamos capaces en Bali de orientar, con justicia y con eficacia, un nuevo acuerdo mundial para evitar daños irreversibles en el sistema climático, aprovechando de manera inteligente las oportunidades que puede ofrecernos una respuesta rápida y generalizada.
Sabemos la magnitud del desafío y también sabemos que tenemos poco tiempo. Las incógnitas que aún existen no deben convertirse en una disculpa para justificar retrasos en la acción.

El cambio climático genera impactos desiguales y profundamente injustos. El coste de la adaptación será menor si las políticas de desarrollo son coherentes, desde un momento temprano, con los escenarios climáticos. Esto requiere un esfuerzo adicional en términos cuantitativos y cualitativos en la ayuda a los países en desarrollo. España ha multiplicado por tres su importe durante los últimos cuatro años y ha incorporado la perspectiva del cambio climático en sus herramientas de cooperación:

- aportando 96 millones de € a la ventanilla “medio ambiente  y cambio climático” del fondo del PNUD para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
-aportando 3 millones de € al programa “salud y cambio climático” de la OMS,
-incrementando sus aportaciones destinadas a esta finalidad en otros planes y programas de agencias multilaterales -en especial al programa de Nairobi del PNUD-PNUMA-;  así como en sus relaciones bilaterales;
- y reforzando las exigencias ambientales en su estrategia de cooperación.

Respecto a las políticas de mitigación, defendemos una aproximación flexible y equitativa para combinar, con inteligencia, el potencial de enfoques sectoriales y programáticos de los mecanismos de mercado, con la voluntad de aportar esfuerzos a las reducciones requeridas globalmente. Respaldamos la consideración de elementos de equidad, como el nivel relativo de riqueza y la convergencia en el largo plazo de las emisiones per capita en niveles compatibles con la protección del clima, así como el uso generalizado de las mejores tecnologías disponibles.

Asimismo, España considera justo reconocer e incentivar el papel de los bosques en la mitigación del cambio climático, la prevención de la desertificación y la conservación de la biodiversidad. La reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques es una de nuestras mayores urgencias. El planeta no se puede permitir el ritmo de deforestación existente. No sólo por las emisiones que produce, también por el impacto que ello tiene en la biodiversidad, la desertificación, y las comunidades y en las condiciones de vida de los pueblos indígenas dependientes de los bosques. España quiere seguir contribuyendo a diseñar y establecer los cauces para llevar a cabo acciones de reducción de la deforestación y de la degradación de las masas forestales, promoviendo una gestión forestal sostenible, para frenar, cuanto antes, estas emisiones.

En fin, la generalización de una economía baja en carbono es necesaria y viable; y la concertación de esfuerzos para facilitarla es urgente. Un primer paso para lograrlo requiere que la contribución del conjunto de los países desarrollados al esfuerzo global de reducción debe oscilar entre el 25 y el 40 % para 2020.
El informe de síntesis del 4AR aprobado en Valencia nos recuerda que la humanidad dispone hoy de suficiente conocimiento científico, y de suficientes recursos económicos, si sabemos gestionarlos. Existe cada vez más concienciación social, y por tanto, mayor exigencia hacia los líderes políticos. Disponemos cada vez de menos tiempo por lo que es imprescindible que en Bali acordemos la hoja de ruta que nos garantizará el futuro. Aprovechemos al máximo esta Cumbre: ésa es nuestra obligación.


* Cristina Narbona es ministra de Medio Ambiente. Artículo especial para la revista Mas +

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