Las envenenadas palabras de
José María Aznar contra el actual ‘entrenador’ del PP,
Mariano Rajoy, pronunciadas ante
Esperanza Aguirre en la clausura del Congreso de Nuevas Generaciones (NNGG) de Madrid, no hacen sino confirmar el malestar que reina en un sector del partido contra Rajoy y su línea de oposición al Gobierno, que estos críticos consideran ‘muy floja’.
Pero en la calle Génova se ha dado la consigna de no responder al ex presidente, no darle ningún papel relevante en este partido. Así, la secretaria general, María Dolores de Cospedal, se negó el lunes a valorar las andanadas de Aznar, pese a la lluvia de preguntas que recibió durante la rueda de prensa al término de la reunión del Comité de Dirección, entre ellas si creía que Aznar
“remaba en contra” de la cúpula popular surgida del Congreso de Valencia.
No obstante, aunque De Cospedal negó públicamente que el asunto hubiera sido comentado durante la reunión, lo cierto es que sí hubo alusiones -algunas en tono jocoso- al comportamiento del ex líder del PP. Sin embargo, los dirigentes populares se esfuerzan en quitar hierro a la ‘revuelta’ interna que ha rebrotado contra Rajoy y que capitanea lo que algunos han bautizado ya como
“la banda de los diez”; es decir, un grupito de diputados, en su mayoría miembros de la antigua dirección, que van por los pasillos del Congreso poniendo en solfa la labor de la portavoz parlamentaria,
Soraya Sáenz de Santamaría. Son los mismos que tras el fracaso en las elecciones generales se inclinaron sin tapujos por la dimisión de Rajoy, poniendo en tela de juicio su capacidad de liderazgo y criticando la falta de un
“proyecto ilusionante”.
Un ambiente enrarecido
Tras el ‘apagón crítico’ tras el Congreso de Valencia y la llegada del verano, el ambiente se ha ido enrareciendo nuevamente en estas últimas semanas, sobre todo después de aparecer en la prensa diversas informaciones que destapaban el reiterado absentismo de algunos diputados, especialmente del PP. El incidente protagonizado por el diputado
Ramón Aguirre, que en plena polémica llegó tarde a una sesión de control al Gobierno y no pudo preguntar al vicepresidente,
Pedro Solbes, sobre el alarmante aumento del paro, hizo estallar la caja de los truenos, que se tradujo en un monumental enfado de Soraya Sáenz de Santamaría.
La consecuencia de ése y otros casos será la reforma del reglamento interno del grupo popular, con un endurecimiento de las sanciones, asunto en el que ya se ha puesto a trabajar el secretario general,
José Luis Ayllón.
Mientras la propia Cospedal calificaba de
“cobardes anónimos” a los parlamentarios criticones, algunos medios se han lanzado a ponerles nombres y apellidos. Los diputados señalados con el dedo -y en eso hay coincidencias- son
Carlos Aragonés, el antiguo jefe de gabinete de Aznar que este fin de semana destapaba abiertamente sus quejas contra de la cúpula de Génova en el diario
La Vanguardia;
Ana Torme; Vicente
Martínez Pujalte; Gabriel Elorriaga; Cayetana Álvarez de Toledo -que aunque no lo parezca pertenece a la dirección del Grupo Popular-;
Eugenio Nasarre; María Salom, Alejandro Ballestero y
Juan Costa, aunque éste aparece más en solitario que nunca. Por libre, pero por eso temido, aparece
Manuel Pizarro, cuyo aparente silencio presagia malos augurios para Rajoy.
Conspiraciones de chalé
A algunos de los citados es habitual verles juntos almorzando en restaurantes cercanos al Congreso o reunidos en conocidos hoteles madrileños. De otros -sobre todo de la organización en Madrid, que dirige Esperanza Aguirre- se tiene la constancia de sus regiones en chalés particulares. De ahí la famosa frase del alter ego de Rajoy,
Jorge Moragas, escrita en su blog que ha levantado ronchas en la oposición a Rajoy:
“El partido que hay que ganar se juega en Galicia y no en urbanizaciones impolutas y aledañas a la capital del Reino”.
Algunos ven detrás de todo esto la mano conspiratoria del ex portavoz del PP en el Congreso,
Eduardo Zaplana, quien no está tan retirado como parece. Zaplana lo ha desmentido rotundamente, es cierto, pero algunos dedos siguen acusándole. Y, en definitiva, creen que la FAES de Aznar habría puesto en marcha su maquinaria provincial en previsión de una posible ‘quema’. No es casualidad que una web creada como oposición a Rajoy,
Democracia y Libertad en el PP, informe que cuenta con delegaciones justamente en las provincias en las que la FAES tiene como tal una mayor implantación.
Con la mira puesta en las autonómicas y europeas
Lo que parece claro es que hay ‘movimientos’ en un sector del PP que empieza a articularse como grupo a la espera de ver qué ocurre en las próximas elecciones gallegas vascas y europeas. Sobre estas últimas, por cierto, sigue la incógnita de si
Jaime Mayor Oreja será el cabeza de cartel-hay quien ha lanzado alegremente el nombre de Manuel Pizarro, probablemente con la esperanza de quitárselo de encima al aparato de Génova-.
El temor a que la exclusión de Mayor Oreja abra otra vía de malestar interno entre los defensores del ex ministro podría llevar a Rajoy a no ‘tocarlo’, aunque, como decía un diputado hace unos días en tono irónico en el pasillo del Congreso, al líder del PP a estas alturas eso
“se la rechufla”.
Las últimas encuestas que se han dado a conocer en algunos medios de comunicación, que dan como ganador al PP si se celebraran elecciones en estos momentos, e incluso la del CIS que arroja un empate técnico con el PSOE, al menos están sirviendo de bálsamo a la dirección popular. Lo que no se atreven a comentar en Génova es la escasa valoración como líder que Rajoy sigue obteniendo entre la ciudadanía pese a los errores del Gobierno y los tropezones del propio Zapatero.
“Preocupación? La justa”, reconocía un destacado miembro de la nueva dirección popular frente a las turbulentas aguas que bajan en el partido, unas aguas que esperan que se calmen cuando los resultados electorales en Europa, Galicia y en el País Vasco ‘canten’. Pero, ¿y si no ‘cantan’ como esperan en Génova? Entonces, se abrirá otro capítulo.
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