www.diariocritico.com

I Foro Abierto de Militantes del PP

Intervención íntegra de Jaime Mayor Oreja

domingo 25 de enero de 2009, 13:39h
Querido Presidente, querida Secretaria General, queridos amigos,
 
Tengo el honor de volver a encabezar la candidatura del Partido Popular de España al Parlamento Europeo.
 
Me habéis otorgado muchas veces la responsabilidad de representar la defensa de nuestras convicciones y permitidme por ello que aproveche esta ocasión para dar las gracias, y para recordar a quienes debo todo lo poco que he podido aportar en este largo período de tiempo. Y lo haré por orden cronológico.
 
Gracias, en primer término, a Adolfo Suárez con quien inicié mi andadura política, que me permitió entender y compartir con pasión el profundo significado de la transición democrática y, a quien desde aquí, le vuelvo a testimoniar en nombre de todos, nuestro cariño y admiración.
 
Gracias a Leopoldo Calvo Sotelo, que me dio mi primera responsabilidad política como Delegado del Gobierno en el País Vasco, y que siempre será para mí un referente de inteligencia, honestidad y sentido de Estado.
 
Gracias a Manuel Fraga, que me hizo también entender y compartir con pasión el profundo significado histórico de la transición del centro-derecha español, que gracias a su ejemplar tenacidad y patriotismo estamos hoy aquí juntos en este Partido.
 
Gracias a José María Aznar, por confiar en mí para desempeñar la tarea más relevante de mi trayectoria política como Ministro del Interior y porque me enseñó la razón de ser y el verdadero alcance  de un proyecto, esta vez no de transición, sino de la fortaleza de España y sobre todo porque lisa y llanamente, ha sido el mejor Presidente de la democracia española.
 
Gracias al Presidente de nuestro Partido, Mariano Rajoy, por otorgarme por dos veces el honor de representaros en el Parlamento Europeo y porque le ha correspondido y le corresponde presidir nuestro partido en los momentos, probablemente, de mayor dificultad en toda nuestra historia reciente.
 
Gracias, Presidente.
 
Pero queridos amigos, por encima de todo, en este día tan especial para mí, me reservo las gracias mas hondas y mas sentidas a personas como Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco y tantos amigos de UCD, AP, PP, con los que tuve el honor de trabajar y colaborar, porque fueron capaces de ofrecer sus vidas por sus convicciones y por España.
 
Queridos amigos, antes os decía el honor que siento por estar al frente de esta candidatura, por haber estado al frente de una extraordinaria delegación del Partido Popular en el Parlamento Europeo. Pero mentiría si os ocultase el singular sentimiento de responsabilidad que tengo, convencido de que España atraviesa el momento y las circunstancias más difíciles desde que en el año 1.976 arrancara nuestra actual democracia.
 
Los candidatos del PP en las actuales circunstancias, sea cual sea el tipo de elección de que se trate, tenemos como primera obligación devolver la confianza y la esperanza a millones de españoles, sabiendo -no sólo diagnosticar-,  sino sobre todo sabiendo dar claves y soluciones para afrontarla y superarla.
 
Nos corresponde atrevernos a decir la verdad -una vez más- esta vez ante la crisis, que además de tener un carácter financiero y económico, afecta a lo más básico de nuestra sociedad, a nuestros valores y convicciones más profundas.
 
Una crisis que en una parte compartimos con los demás europeos y con el resto del mundo, pero que tiene un marcado carácter de una crisis propia, española, de carácter nacional y este carácter no podemos ni negarlo ni ocultarlo por mucho que otros lo intenten para ocultar sus propias vergüenzas.
 
Una crisis, la española, más difícil de combatir y previa a la económica, que esta escondida en parte por esta última. Esta crisis, la propiamente española, es el producto del agotamiento de nuestra transición democrática, no tanto por el efecto del transcurso del tiempo, sino por una  deliberada y perversa voluntad de quienes han pretendido desvirtuarla  y destruirla, desde la revancha, y con una miopía histórica, incomprensible.
 
Para afrontar esta crisis todos tenemos que saber encontrar sus raíces, y para  aportar soluciones de verdad y duraderas, elevar el debate y la mirada, aproximarnos y mirar al conjunto de los españoles, no obsesionarnos con nosotros mismos, alejarnos de la mezquindad, no caer en las trampas que todos los días nos tienden nuestros adversarios, no abrir grietas entre nosotros, instalarnos en la generosidad y despreciar por absurdo y por ridículo que en este partido haya blandos y duros, halcones y palomas, renovadores y continuistas.
 
Tenemos todas las razones para sentirnos seguros de nosotros mismos.
 
Los proyectos del centro derecha español, los que recordaba en el comienzo de mi intervención, en el capítulo de agradecimientos, constituyen razones para ello.
 
El centro derecha español, el Partido Popular de España, no necesita reinventarse, porque entre otras razones, cuando hemos gobernado España y gobernamos comunidades como Madrid, Valencia, Murcia, La Rioja, Castilla y León, Ceuta, Melilla... los resultados a la vista están.
 
Tenemos sólo que concentrarnos en la formulación de un proyecto político de ámbito y carácter nacional, ofrecido al conjunto de los españoles y  de futuro, para afrontar esta crisis que tiene este carácter global, que afecta  y en la que están comprometidos nuestros principios y convicciones propias.
 
Tened la seguridad que solo con nuestros principios y convicciones podemos ofrecer a los españoles el proyecto ilusionante para devolver a España su capacidad de superar la crisis
 
Todos dicen que lo que buscan es salir de la crisis: pero, ¿a qué se llama salir de la crisis? A mi juicio, no se sale con medidas aisladas, a veces erráticas, sin saber buscar y definir a donde nos dirigimos
 
El Partido Popular tiene que ser capaz de liderar un proyecto profundo y serio de rectificación y de regeneración.
 
España camina en una mala dirección y nos equivocaríamos si nuestra vocación se limitara a ser simplemente los herederos de una situación considerándola irreversible.
 
No estamos simplemente para sustituir una administración, sino para rectificar y cambiar porque entre otras razones  no vivimos cualquier crisis; vivimos "la crisis".
 
Hace falta que nos coloquemos en la vanguardia de un proyecto que implique un profundo cambio de actitudes personales.
 
Si al describir la crisis, más allá de las responsabilidades políticas, decimos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que hemos gastado y por ello nos hemos endeudado e hipotecado más de lo debido, cuando la ficción y la especulación han presidido demasiados comportamientos, cuando quieres más y más y nunca parece que tienes en todos los ámbitos de la vida lo suficiente, hace falta un modelo capaz de regenerar valores, alejarnos de la idea de nuevos ricos y exige acercarnos a la economía verdadera, a la economía real.
 
Nuestra crisis no sólo es económica, y por ello desde el Partido Popular tenemos que convocar y reunir a historiadores, pensadores, profesores de universidad, sociólogos, científicos... para reflexionar con nosotros sobre las soluciones y las respuestas a esta crisis moral en un mundo indudablemente distinto y con perfiles nuevos.
 
No hay ni habrá atajos, hace falta que sepamos estar en la vanguardia del esfuerzo, para poder compartir y liderar ese necesario cambio de actitud personal.
 
Empecemos por nosotros mismos y preguntémonos todos los que tenemos responsabilidades políticas en qué consiste nuestro propio esfuerzo.
 
En el fondo de nosotros mismos encontraremos la respuesta con facilidad. Escojamos la respuesta más incómoda y exigente llevémosla a la realidad y acertaremos.
 
Quienes estamos trabajando en la definitiva consolidación de la Unión Europea, sabemos que nuestro esfuerzo es alejarnos de una "cultura política" asentada en el mínimo esfuerzo a la hora de rematar y finalizar este proyecto; es saber alejarnos de una Unión Europea excesivamente virtual y aproximarnos a una Unión Europea más real, más auténtica, más verdad, capaz de afrontar los problemas comunes.
 
Quienes gobiernan Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, saben también el esfuerzo que deben hacer. Pero no obligado por las circunstancias, sino como parte de un proyecto político nacional caracterizado por la austeridad, la reducción del gasto público corriente.
 
Nosotros, los representantes del Partido Popular, lo podemos hacer mejor que nadie porque representamos a esos más de diez millones de españoles que son lo mejor de nosotros mismos, que constituye la parte más activa de nuestra sociedad y que estoy seguro, no sólo comprenderán nuestro esfuerzo, sino que estarán a la cabeza del mismo y lo respaldara sin fisuras.
 
Hace falta que nos atrevamos.
 
Hace cinco años, cuando por primera vez me asomaba al Parlamento Europeo, la mayor parte del empleo europeo se creaba en España; el papel de España en los Consejos Europeos era relevante, a veces determinante y en muchas ocasiones, incómodo.
 
Cinco años después, ¿cuál es el balance del camino de la comodidad, del talante, del eslogan fácil? Quién recuerda alguna Cumbre Europea, en la que España arriesgara y ganaran los intereses de los españoles? En qué ha quedado el slogan tan agradable de escuchar "volvamos al corazón de Europa" utilizado por los socialistas españoles?
 
Qué dicen y piensan los agricultores españoles de esa vuelta al corazón de Europa?
 
No hemos vuelto al corazón de Europa, nos hemos colocado a la cabeza de la Unión Europea, en términos de recesión y de desempleo, de falta de competitividad, de dependencia energética, de déficit.
No hemos vuelto al corazón de Europa con el treinta por ciento de jóvenes españoles en el paro (el doble que en la Unión Europea), estamos cerrando un horizonte de oportunidades a nuestros jóvenes y eso es una tragedia , la mayor hipoteca para nuestro futuro
 
No hemos vuelto al corazón de Europa. Se ha roto el corazón de 800.000 familias españolas, en las que ningún miembro de ellas trabaja.
 
Los españoles lo saben bien, pero a nosotros nos corresponde explicar el significado y alcance de nuestro proyecto de rectificación y de regeneración.
 
Más allá de las medidas económicas concretas, permitidme que finalice mi intervención apuntando dos direcciones que explican este proyecto hoy indispensable para desempeñar un papel relevante en la Unión Europea: las personas, su dignidad y la fortaleza de nuestra Nación.
 
Las personas, su dignidad
 
En nuestros programas y manifiestos decimos siempre que "la persona" debe ser el centro, el eje fundamental en todas las áreas de nuestra vida. Y es verdad.
 
Pero no basta con enunciarlo, tenemos la obligación de saber concretarlo.
 
Reconocer hoy en esta situación de crisis la dignidad de la persona supone reconocer su papel decisivo en esta nueva situación que vamos a vivir
 
Para los políticos, las personas no pueden ser consideradas simples votantes, ni para los economistas, consumidores.
 
Deben ser reconocidos como los principales protagonistas, como los agentes activos de esta nueva etapa.
 
Es preciso recordarles sus obligaciones, pero para los políticos también es preciso que entendamos nuestras obligaciones a la hora de una indispensable regeneración en nuestra vida democrática.
 
Los socialistas, todo el día, hablan de la ampliación y exaltación de nuevos derechos, pero en realidad, en la mayoría de las ocasiones, significa supresión de obligaciones, que es algo muy diferente, porque de esa manera se destruye la convivencia, en esa obsesión de hacer una España irreconocible.
 
Y ello significa poner el acento en la educación, en la familia, en el trabajo, en el esfuerzo, en el sentido de servicio.
 
Sé que es más difícil siempre hablar de obligaciones, pero la nueva situación nos lo va a exigir.
 
No tengamos complejos al hablar de rearme moral y al defender valores y convicciones propios.
 
Los que tendrían que empezar a tener complejos por incoherentes son los que en España critican y descalifican a quienes hablamos de valores y al mismo tiempo no cesan de elogiar un discurso de nuevo Presidente de los Estados Unidos, fundamentado en el patriotismo, en el esfuerzo y en el trabajo.
 
La fortaleza de la Nación
 
La segunda dirección referida esta vez a la rectificación, es la fortaleza de la Nación.
 
Todo el período del gobierno de Rodríguez Zapatero, se ha caracterizado porque en este terreno se ha emprendido el camino y el rumbo equivocados, que nos aleja de las grandes Naciones Europeas.
 
Cuando en la política interior se debilita el proyecto común, la cohesión, una visión nacional, en definitiva la Nación, entre otras consecuencias, te alejas del puente de mando de la Unión Europea, que es donde tiene que estar España.
 
Cuando en el seno de una Nación como la nuestra, la financiación autonómica es una improvisación o la consecuencia de una presión de unos políticos que no sólo no creen en el Estado sino que quieren debilitarlo o destruirlo, el resultado es la confirmación de una chapuza nacional.
 
Una crisis económica como la que vivimos produce más desigualdades sociales entre territorios más ricos y más pobres, entre personas que tienen más seguridad en sus empleos e ingresos y aquellos que asumen más riesgos derivados de la iniciativa, entre personas con plena seguridad económica y aquellas que pueden ser despedidas por la crisis.
 
Hace falta, más que nunca, una visión nacional, un Estado que no sea residual, un ámbito de solidaridad que es la Nación, donde la movilidad de los españoles este  asegurada en la realidad y donde no existan territorios vedados, cualesquiera que sea la singularidad que se tenga.
 
No se puede afrontar la crisis con un Estado fragmentado por la debilidad, porque además los efectos perversos y propios de la crisis, se multiplican.
 
El Partido Popular, no puede, no debe ser un partido resignado con el actual modelo territorial impulsado por el gobierno actual con la falta de modelo o si se quiere con la huida hacia delante, que nos conduce al precipicio que está siendo en este terreno la consecuencia más evidente de la actual situación.
 
Quienes hemos creído en la reforma, quienes con orgullo nos hemos definido, nos definimos como reformistas, tenemos también con la misma fortaleza moral, con más razón que nunca, ofrecer un proyecto político integrador en el ámbito de la Nación, capaz de corregir y rectificar los errores de una mala dirección con reformas ambiciosas en la buena dirección y asentadas en un  patriotismo exigente con los pilares de la justicia y de la libertad.
 
Queridos amigos, España es una gran Nación y más allá del lugar concreto que ocupemos en el ranking, más allá de las circunstancias actuales, no sólo somos una potencia histórica y cultural, sino que representamos una gran sociedad que se merecen unos gobernantes que crean en esta sociedad y en España y que estén dispuestos a situarla cinco años después en el lugar que le corresponde en La Unión Europea.
 
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios