No hay, de momento, sustituto ni siquiera para
Corbacho, el ministro que dejó de ser ministro para irse a la campaña en Cataluña. Y mucho menos, naturalmente, crisis de Gobierno. El Ejecutivo está "trabajando como el primer día, con la misma ilusión", según su vicepresidenta primera,
María Teresa Fernández de la Vega, para la que el Gobierno vive algo así como una "vie en rose".
Este viernes, sin embargo, había algo de alborozo en el Ejecutivo: el acuerdo que sin duda se va a firmar con el PNV para los
Presupuestos del Estado, pero que se va a convertir, de hecho, en un acuerdo de legislatura, apuntala a Zapatero un año más en el poder. ¿Qué se ha ofrecido a cambio? Los socialistas quitan hierro al asunto y se limitan a sostener que "el Gobierno valora positivamente los apoyos parlamentarios que se han anunciado", como el del PNV y de CC, que permite la supervivencia -difícil, en la cuerda floja, pero supervivencia al fin- de
Rodríguez Zapatero.
Enmiendas a la totalidad
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Y más que informar sobre las materias a traspasar a Euskadi en virtud del apoyo puntual del PNV, la portavoz del Gobierno se limita a contraatacar al PP, del que dice que sólo quiere "descalificar todo lo que hace el Gobierno": "No me sorprende que el PP haya presentado una enmienda a la totalidad" a los PGE, ya que no ha querido negociar, pero que ahora tiene la oportunidad de explicar qué partidas retiraría y cuáles introduciría. "No ha sido capaz de formular ni una sola alternativa", y
Rajoy tiene un problema de "solvencia y de credibilidad", porque "en los asuntos de Estado hay que pronunciarse, hay que mojarse".
Ahora bien, ¿qué se ha negociado con el PNV, acaso la vuelta de la izquierda abertzale a las elecciones? Silencio oficial. De la Vega sólo anticipa que "se trata de un acuerdo positivo, satisfactorio y coherente"; que "nos encontramos ante una nueva etapa cuyo objetivo fundamental es la recuperación económica", y que el desarrollo del Estatuto de Gernika "es coherente con nuestro compromiso de desarrollar el autogobierno bajo el marco constitucional". Ni una palabra más.
Como tampoco explica la vicepresidenta cuándo, cómo o dónde se va a producir el famoso relevo de Celestino Corbacho. Los tiempos lo mide el presidente del Gobierno, dice, y es cierto, pero obvia que el tiempo actúa en contra del Gobierno y de los intereses generales de España dada la revuelta interna que ya se está empezando a producir en las propias socialistas. Aunque, de esa revuelta, ni hablar, porque "es un debate [el del liderazgo] que no está encima de la mesa" y que en todo caso "el presidente Zapatero es insustituible".
Del resto de cuestiones tampoco ha habido este viernes, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, grandes declaraciones. Sobre el etarra Cubillas y las relaciones con Venezuela, todo es miel sobre hojuelas; sobre
Gibraltar, no hay nada que hablar de soberanía con la colonia inglesa -el problema de las inexistentes aguas territoriales- y sobre el
'protocolo' contra la libertad de expresión que quería poner en marcha la ministra
Chacón, jarro de agua fría a la de la milicia: "No se trata de cercenar la libertad de expresión, ¡hasta ahí podíamos llegar!": primero se va a hablar con los grupos y a partir de ahí ya se verá.
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