El caso Becciu ha eclipsado parte del funeral del papa Francisco y las conversaciones anteriores al cónclave, pero finalmente el culebrón vaticano llega a su fin con su renuncia a estar en la votación.
Angelo Becciu fue el cardenal de mayor rango de la Iglesia en ser juzgado y condenado por la Justicia vaticana por malversación. Asunto por el cual el papa Francisco le apartó como número 2 y le despojó de sus privilegios cardenalicios, aunque no llegó a expulsarle o retirarle el título.
Por ello, al no estar en la lista de los cardenales que asistirían al cónclave, comenzó toda una cruzada defendiendo su "deber" de asistir remarcando que no había ningún documento que se lo impidiese.
Sentencia no firme
Y es que el cardenal había recurrido su condena, por lo que la sentencia todavía no era firme y a ojos de la legalidad, seguía siendo inocente y con plenos derechos como cardenal.
En mitad de la polémica, Pietro Parolin, secretario de Bergoglio, mostró 2 misivas firmadas por el pontífice en las que pedía la exclusión de Becciu del futuro cónclave.
Acepta la voluntad del papa Francisco
Tras muchas reuniones, secretismos, bandos y gran enfado entre varios cardenales de fuera de Europa por tener que estar pendientes de temas así en lugar de asuntos cruciales para el futuro de la Iglesia; finalmente ha decidido renunciar a sus demandas.
Becciu ha informado que no asistirá al cónclave y acepta la voluntad del papa Francisco demostrada en las citadas misivas.
"Teniendo en el corazón el bien de la Iglesia... he decidido obedecer, como siempre lo he hecho, la voluntad del papa Francisco y no participar en el cónclave, convencido aún de mi inocencia", ha puntualizado.
Pero la situación sigue muy tensa en el Vaticano, pues quien no renuncia a participar en las conversaciones sobre el futuro pontífice es el cardenal Juan Luis Cipriani.
Es otro señalado y sancionado por el papa por un presunto caso de abusos sexuales. Aunque él no puede participar en el cónclave por superar los 80 años, sí está asistiendo a las congregaciones y a las reuniones al respecto celebradas estos días.
Al cardenal le impusieron una serie de restricciones disciplinarias como el exilio de su país natal, la prohibición de llevar símbolos cardenalicios y hacer declaraciones públicas. Pero tras la muerte de Bergoglio, ha vuelto al Vaticano.
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