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El fenómeno Barack Obama

El fenómeno Barack Obama

lunes 26 de enero de 2009, 04:29h

Estados Unidos ha ingresado en un proceso de cambio profundo. Sin duda, no se trata de una transformación al estilo de una lucha armada teñida de intensa lucha ideológica y concepciones utópicas sobre la sociedad. Los cambios son mucho más frugales pero de una trascendencia mundial en cuatro grandes ámbitos. En primer lugar, la sociedad estadounidense eligió a un presidente afroamericano en medio de una profunda decepción y bancarrota económica provocada por la era George H. W. Bush durante dos gestiones de gobierno desde el año 2000; sin embargo, diversos sectores de la sociedad civil jamás alentaron una crítica destructiva en contra del sistema de libre mercado, ni en contra de la democracia presidencial, incluso a pesar de haber exacerbado una serie de abusos a los derechos humanos a escala universal con el pretexto de la guerra sin cuartel contra el terrorismo.

En segundo lugar, Estados Unidos está transitando hacia una nueva etapa histórica donde el concepto de raza hoy día es una categoría mucho más fluida, tanto ante los ojos de las masas, como ante las estructuras legales de la sociedad. El color de Barack Obama no representará ningún obstáculo ni tampoco una ventaja adicional porque el hecho de ungirlo como presidente no tiene nada que ver con un giro dramático hacia una revancha histórica de la cultura negra, ni tampoco significa que Obama esté “obligado por el peso de un liderazgo mundial”, a mostrar un sello de izquierda revolucionaria para cambiar el orden internacional favoreciendo a los países más pobres.

En tercer lugar, todo el proceso de su imaginativa y multimillonaria campaña electoral, mostró a una nueva generación de líderes estadounidenses más ambiciosos como Obama y su entorno que siempre mantuvieron una posición ambigua y lejos de cualquier radicalismo sobre su color de piel y el carácter de las políticas para enfrentar la crisis financiera. La ambigüedad radica en que tanto Obama como el Vicepresidente John Biden mostraron un perfil fuertemente crítico hacia los errores de George W. Bush, pero al mismo tiempo conformaron una sólida alianza política con el Partido Republicano para viabilizar las reformas institucionales y liquidar cualquier conflicto dentro del Congreso; los intereses de republicanos y demócratas están alineados en función del ejercicio del poder bajo el mando de Obama, pero precisamente porque se trata de administrar el poder, las élites empresariales y militares nunca serán cuestionadas para mantener incólume el sistema de valores de la democracia liberal, la economía de libre empresa y el sello imperial en la política exterior, aunque con la promesa de retirar las tropas de Irak.

Barack Obama siempre defendió la unidad de su país, así como la necesidad de reconstruir la “confianza en los Estados Unidos” y convencerse de que como nación “sí es posible cambiar” dentro del canon de la Gran Sociedad y la Soberanía Mundial del poder estadounidense sin apelativos extremistas, sino mostrando la capacidad de elegir un camino hacia su reinvención progresiva: “las prioridades y las ventajas, primero para los americanos”. Este será el propulsor de la legitimidad política en el nuevo gobierno, sobre todo con el fin de enfrentar la crisis económica.
El cuarto aspecto novedoso en la posesión de Obama como el primer presidente negro del siglo XXI en el Hemisferio Norte muestra de qué manera él representa la fluidez racial sin dogmatismos, así como la capacidad para conducir un destino personal sobre la base de esfuerzo y seguridad en su sólida educación universitaria.

El éxito de Obama no está en la ira contenida en contra de la segregación racial, sino en las ventanas de oportunidad que ofrecen las fortalezas de la estructura universitaria en los Estados Unidos, junto al trabajo paciente y perseverante dentro del Partido Demócrata. Obama se robó el show desde junio de 2004 porque sus cualidades discursivas mostraron claramente a un líder moderado que interpelaba a favor de la “unidad y la confianza en uno mismo”. Esta es la gran diferencia que separa a Obama de los liderazgos anti-globalización en América Latina, África y Europa, pues nunca actuó para destruir el sistema democrático bi-partidista, sino para fortalecerlo hasta el momento de materializar una victoria que cruza las fronteras raciales, despertando la ilusión de millones en función de reconstruir el orgullo americano.

Por Franco Gamboa Rocabado
Sociólogo político, miembro de Yale World Fellows


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