www.diariocritico.com

"Falangistas"

martes 27 de marzo de 2007, 12:48h
Mariano Rajoy cumplió ayer 52 años de vida en plena efervescencia, congregando a ochocientas personas en uno de esos multitudinarios desayunos -bueno, multitudinarios cuando la multitud huele la posibilidad de poder cercano-. Le preguntaron, claro, por su opinión acerca de ese calificativo (¿o es sustantivo?) de “falangistas” con el que algunos quieren anular a los manifestantes que congrega el Partido Popular, o a los que convoca el Foro de Ermua. El líder de la oposición, que estuvo esta vez en centrista, quitó importancia al asunto. E hizo bien, aunque no deja de ser sintomático que algunos resuciten de la tumba irremisible al ex partido único, precisamente cuando hay quienes se complacen en las remembranzas guerracivilistas.

“Falangistas”, llamaban este lunes los que apoyaban al lehendakari Ibarretxe en su comparecencia -ya dije otro día que absurda- ante el tribunal a quienes, desde la acera opuesta, reclamaban el procesamiento del lehendakari. Alguno de estos últimos incluso se llevó un patadón salvaje en parte sensible de su anatomía, cosa que aún no hemos escuchado condenar con la suficiente contundencia. Y también de “falangistas” tildó el fiscal general del Estado a quienes, el día de la suelta de Otegi, se congregaron, irritadísimos, ante la Fiscalía. Puede, sí, que hubiese alguna bandera de la muy extinta Falange, que aún presenta candidaturas testimoniales, unas de extrema derecha y otras de extrema izquierda, en ciertas circunscripciones españolas, sin esperanza alguna de obtener un solo concejal. Pero una bandera no basta para calificar a toda la congregación, y ahí exageró, malintencionadamente me temo, el señor fiscal. Ni una enseña inconstitucional basta para decir que quienes transitan en manifestación son, todos ellos, antisistema, ni tampoco pienso que la tricolor en una marcha de protesta contra la guerra de Irak, auspiciada por los socialistas, sea suficiente para considerar que los del PSOE se han pasado al antimonarquismo activo. Exageraciones verbales, en suma, que mal ocultan una cierta simpleza mental.

La semántica, en esto de la política, y en las relaciones humanas, es muy importante. De hecho, siempre pensé que las formas son tan importantes, al menos, como el fondo de las cuestiones. Y andar trasteando con nociones que mal convienen a la realidad es, ya digo, como mínimo una tontería, como máximo una señal inequívoca de mala fe. Nuestros jóvenes ignoran, y no dejo de envidiarlos por ello, el significado de aquella camisa azul opresora, del yugo y las flechas y de tanta simbología fascistoide, creo que acertadamente arrinconada en el baúl de los peores recuerdos. Sacar a relucir aquella época oprobiosa para confundirla con las tensiones políticas de ahora, quizá exacerbadas, pero propias de una democracia, es juego peligroso e impertinente, me parece.

Naturalmente que el PP no tiene un carácter falangista, ni me da la impresión de que el adolescente Rajoy llevase nunca la camisa azul. Y si la llevó sería el suyo el mismo caso que el de muchos que acaso estén leyendo estas líneas: o llevabas esa camisa o se te incluía entre los descamisados, sin que ese signo externo imprimiese carácter, claro. Rajoy es persona que, con sus errores y sus aciertos, trata de llevar al principal (y ahora único) partido de oposición por derroteros –lo dijo este martes—centristas y liberales, alejados de los excesos de quienes hacían del color de sus camisas un salvoconducto para todo tipo de tropelías. Y no me da la impresión de que, pese a algún animal que cocea los testículos de quien no piensa como él, aquí esté nadie para tropelías, ni para demasías, ni para uniformar camisas ni cerebros. Sosiego, señores.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios