Salvoconductos

El miércoles muchos de los universitarios que se dirigían a Quito fueron interceptados por la Policía, con el argumento de que los ómnibus que los transportaban carecían de salvoconductos.

Por otra parte fueron recibidos en la Plaza de la Independencia en Quito, no por Correa desde el portal de Carondelet, como solía hacer a principios de su régimen, sino por gendarmes amparados por escudos y disparándoles gases lacrimógenos.

Contrasta lo ocurrido ese día con el sábado pasado, cuando los militantes del oficialismo venidos de varias provincias no tuvieron tropiezo alguno para concentrarse en la capital de la República. La actuación de los cuerpos represivos, en efecto, fue selectiva, pero en contra de  los cientos de estudiantes, profesores y trabajadores de las universidades públicas y privadas del país.

Como excusa pudieran alegar la vigencia del estado de excepción en Quito, Guayaquil y Manta, mas los jóvenes que reclamaban por el atropello a sus derechos constitucionales no son delincuentes.
 
Como en tiempos del estalinismo soviético exigían salvoconductos para que los ciudadanos pudieran transitar libremente por su propia tierra.

El socialismo del siglo XXI, que los aliancistas proclaman como diferente al del siglo pasado, muestra así algunas de sus peores características. El irrespeto a los derechos humanos y constitucionales, como se ve, se aplica también en tiempos de la revolución ciudadana. Y así se nos empuja a un abismo del odio y rencores, de frustración y desilusión del que será difícil salir en paz.