Ya sé que por aquel entonces no nos llamaban así, pero que cosa iba a ser entonces sino un becario, que iba camino de su primer trabajo, bastante autosuficiente por cierto, porque antes de salir de casa había escuchado los informativos en la radio –casi los diarios hablados- y todo parecía tranquilo. Eran tiempos turbulentos y de amenazas sin cuento para esta Constitución ahora treintaañera, cuando unos cuantos planeaban cargársela planeando o intentando golpes de Estado y en la calle cada manifestación podía acabar con peligrosas cargas policiales. Apenas unos portales antes de alcanzar el 61 de la calle de Serrano el becario sintió repentinamente que se aceleraba su pulso y el estómago se le encogía como solía ocurrirle al periodista novato en las excitantes jornadas informativas que deparaba la política del momento. Acababa de observar que la bandera nacional que sobrevolaba la marquesina de cristal y forja que ornamentaba la entrada del diario ABC languidecía a media asta. Subió de dos en dos la solemne escalinata que llevaba a la redacción -hoy acceso de lujo para un restaurant – e interrogó ansioso a los colegas sobre la identidad de la persona o personas que habían muerto imaginando horas y horas de capilla ardiente que habría que cubrir, la cantidad de personas a las que habría que pedir decalaraciones... Le sacó de su error un redactor jefe de los de antes, de aquellos a los que se les ponía el culo gordo de calentar tanto la silla, que a falta de manguitos se arremangaban hasta los codos y que no escatimaban ademanes y expresiones terminantes:
---¡Tranquilo, chaval! Lo que ha pasado es que ha fallecido una de las tías de
Don Guillermo Luca de Tena, que por si aún no lo sabes es el presidente de Prensa Española.
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Como bien decía
José Bono en la conmemoración del 31 aniversario constitucional somos los de más de 50 los que vivimos aquello. Y esta lejana anécdota de bandera a medio asta y de abuelo cebolleta me la ha hecho recordar el casi becario de mi casa, mi hijo, que casi me ha recriminado lo tacaños que somos en este país para honrar a las personas verdaderamente importantes que nos abandonan. No ha tenido mi suerte y no pudo admirar en tiempo real vivió la honesta actividad política y universitaria de
Jordi Solé Tura. Pero si entiende el legado decisivo de este padre de la Constitución, el esfuerzo generoso de un buen hombre de izquierdas que aportó todo su saber y su infinita capacidad de concordia para entenderse con otros seis compañeros de otras ideologías y lograr el milagro que nos hace convivir ya 31 años.
--- En cualquier democracia europea la muerte de un hombre así habría provocado que todas las banderas del país se pusieran a media asta y el Gobierno hubiera declarado varios días de luto oficial.
Inmediatamente me vino a la mente la solemnidad de la bandera a media asta por la ilustre la tía de los Luca de Tena en contraste con las cortas honras civiles con las que hemos despedido a los mejores de los nuestros. A Jordi Solé Tura le llevaron al Saló Sant Jordi de la Generalitat donde los catalanes despiden con honores a sus grandes hombres. En julio de hace dos años el Congreso hizo sitio en el Salón de los Pasos Perdidos para que los diputados despidieran a
Gabriel Cisneros, el primer ponente constitucional en fallecer. Ni en un caso ni en otro se ha trasladado el sentir nacional al protocolo del Estado, lo que hubiera sido una magnífica oportunidad para trasladar a todos los ciudadanos sus memorias ejemplares y decisivas para nuestra convivencia de todos los días. El Gobierno debería haber reaccionado con la declaración del luto oficial que les debemos todos los españoles a estos dos padres de la Constitución, Jordi Solé Tura y
Gabriel Cisneros Laborda. Creo que había que corregirlo de inmediato para que no volvamos nunca más a ser tan cicateros con los mejores de los nuestros. Porque honrándoles a ellos como se merecen nos honraríamos también a nosotros mismos y a la mejor de nuestras historias. Debería seguirse el camino que se improvisó cuando falleció por primera vez uno de los presidentes del Gobierno que ha habido en democracia,
Leopoldo Calvo-Sotelo, en mayo del año pasado. Si hubo entonces luto oficial aunque se debió inventar un laico funeral de Estado que no existía. Este país debe empezar a aprender despedir como se merecen a los padres de nuestra convivencia. Lo deben saber hasta los becarios…